A las renovables,
a diferencia de aquellos a los que hicieron la mili, el valor no sólo no se les
supone, sino que en los últimos años en nuestro país está continuamente siendo
cuestionado y puesto en entredicho en base a manipulaciones malintencionadas de
la información disponible, que respondiendo a una estrategia de protección de los
intereses particulares de esos colectivos que se están viendo perjudicados por el
despliegue de las renovables en el sistema eléctrico, y dada la falta de
gobernanza de nuestro sistema político, han pasado por encima de los intereses
del conjunto de la sociedad, desembocando en una etapa de regulación caótica
que nos aleja cada vez más de la senda de sostenibilidad.
En este contexto,
creo que se impone el realizar un esfuerzo para cuantificar, desde la
perspectiva de la sociedad, el valor
que las energías renovables aportan a la sociedad, de tal forma que sea posible
realizar una comparación directa de este valor con el coste que su despliegue supone, de tal forma que se pueda
llegar a una conclusión objetiva sobre la conveniencia o no de incurrir en este
coste.
En efecto, hay
una diferencia fundamental entre coste
y valor, y el limitarse
exclusivamente a argumentar sobre el coste sacándolo del contexto del valor
asociado, tal y como sucede últimamente con las energías renovables en nuestro
país, sencillamente no tiene sentido alguno, pues resulta imposible sacar ninguna
conclusión o tomar decisiones coherentes.
Empecemos por
poner encima de la mesa los costes.
En la mayoría de los casos, los costes de las
renovables en la actualidad vienen fuertemente determinados por los mecanismos
de apoyo introducidos para su despegue comercial. Estos mecanismos de apoyo
toman distintas formas según el país que consideremos: En España toma la forma
de una tarifa (FIT) o prima a la generación renovable (la prima era antes del
RDL 2-2013) fijada por el gobierno y con recaudación mediante la parte regulada
de la tarifa eléctrica, en Sudáfrica toma la forma de un PPA (power purchase
agreement) competitivo entre el productor y la compañía eléctrica nacional con
un techo fijado por el gobierno y una recaudación a través de la tarifa
eléctrica, en Arabia Saudí toma la forma de un PPA fijado por el gobierno, en
Chile toma la forma de un PPA comercial con compañías eléctricas o grandes
consumidores, en EEUU toma la forma de PPA comercial con compañías eléctricas
que deben satisfacer una integración mínima de renovables fijada por el
gobierno que además proporciona mecanismos de exención fiscal y garantías para
reducir el coste de la financiación,…
La Figura-1
recoge la evolución a lo largo de los últimos años de la tarifa (FIT) y prima
equivalente de las distintas tecnologías renovables dentro del Régimen Especial,
en términos específicos por unidad de energía generada. Como podemos observar,
el nivel de prima difiere de forma muy significativa entre las distintas tecnologías,
lo cual es hasta cierto punto razonable debido a que el mecanismo del FIT tiene
como objetivo principal el catalizar el despegue comercial de tecnologías que
se encuentran en distintos puntos de sus curvas de aprendizaje, y por tanto
requieren de valores distintos de la prima o tarifa para viabilizar
económicamente las inversiones que permitan activar la progresión por las
curvas de aprendizaje que eventualmente conduzca a unos costes asintóticos más
reducidos, pero también distintos para cada tecnología.
Sin embargo, el
acertar con el valor adecuado de FIT o prima para conseguir los objetivos de
despegue y acompañamiento a lo largo de la curva de aprendizaje de cada
tecnología (adaptación gradual
de las FIT o primas) con el mínimo gasto posible no es ni mucho menos sencillo,
y en España claramente no se ha conseguido.
En la Figura-1 podemos
observar desde tecnologías como la eólica, que al iniciar el despliegue
comercial en España dentro del Régimen Especial ya llevaban un considerable
camino recorrido por sus curvas de aprendizaje gracias a que otros países
(Dinamarca, EEUU, Alemania) las habían acompañado por su curva de aprendizaje,
y que por tanto requerían primas relativamente bajas para empezar a tener
actividad comercial en nuestro país, hasta tecnologías como la fotovoltaica
para la que se estableció una prima mucho más elevada que reflejaba su menor
avance por la curva de aprendizaje al introducir el Régimen Especial en España,
prima que efectivamente fue capaz de propiciar el despegue de esta tecnología,
pero que por la incapacidad del mecanismo de apoyo de realizar un
acompañamiento adecuado a la progresión por la curva de aprendizaje ha dado
lugar a una baja eficiencia económica y a la aparición de algunos procesos
especulativos. También podemos observar en la Figura-1 otras tecnologías como
la solar termoeléctrica para la que la regulación no fue capaz de atinar con un
valor suficientemente elevado de la FIT como para iniciar el despliegue
comercial en nuestro país hasta los últimos años, habiéndose interrumpido
bruscamente el mecanismo de apoyo en el año 2013. En este sentido, claramente
aquellas tecnologías como la solar termoeléctrica en las cuales España tuvo la responsabilidad
de iniciar su despegue por la curva de aprendizaje, dado el caos y descontrol
regulatorio en nuestro país, han sido bastante menos afortunadas que otras
tecnologías (como la eólica o la fotovoltaica) para las cuales esta
responsabilidad ha recaído en los hombros de países más responsables.
Figura-1:
Evolución para las distintas energías renovables del Régimen Especial de las
tarifas (FIT) y primas equivalentes a lo largo de los últimos años. Datos
procesados a partir de resultados de la CNE.
Pero además de
los costes específicos por unidad de energía generada, resulta ilustrativo
echar un ojo a los valores absolutos de las primas. La Figura-2 nos presenta
esta información tanto en términos anuales como acumulados. Como podemos observar,
el peso principal en términos absolutos se encuentra actualmente dominado con
diferencia por las tecnologías fotovoltaica y eólica, a pesar de que la
fotovoltaica inició su despegue comercial en nuestro país considerablemente más
tarde que la eólica.
Figura-2: Prima
equivalente absoluta, anual y acumulada, para distintas tecnologías renovables
dentro del Régimen Especial. Datos procesados a partir de resultados de la CNE.
Bueno, pues estos
son los costes de las renovables. Lo habitual es interpretar estos costes en
relación al precio del mercado eléctrico, tal y como muestra la Figura-3, considerando
que la diferencia entre ambos es una subvención que se está proporcionado a la
tecnología en cuestión.
El hecho de que
ciertas tecnologías reciban subvenciones para poder desarrollarse no es per se
ni malo ni nuevo: Prácticamente todas las tecnologías ‘convencionales’ que
actualmente configuran el grueso del sistema energético han recibido
subvenciones al inicio de su despliegue comercial, y algunas de ellas (como la
nuclear y el carbón) siguen en la actualidad recibiendo subvenciones directas e
indirectas después de muchos años, lo cual ciertamente resulta bastante más
difícil de justificar. Pero al inicio del despliegue comercial de una tecnología
es normal que esta requiera de cierto tipo de subvención para poder competir
con otras tecnologías que recibieron esta subvención en el pasado: El elemento realmente
importante es evaluar el monto de esta subvención en relación al valor que el
despliegue de esa tecnología aportará a la sociedad.
Figura-3:
Habitualmente la referencia para valorar los costes de las renovables es el
precio del mercado eléctrico.
En efecto, tal y
como recoge la Figura-4, el coste de las renovables debería compararse
directamente con el valor que aportan esas tecnologías a la sociedad, mediante
la comparación directa de sus huellas de coste y valor, en cuyo caso podríamos
encontrarnos las dos situaciones recogidas en esta figura, es decir, que ese
coste implique una subvención a la tecnología (coste > valor), lo cual puede
quedar justificado si permite que la tecnología en cuestión avance por su curva
de aprendizaje hasta que su coste sea menor o igual que el valor que aporta, o
incluso encontrarnos en la situación de que incluso ya en la actualidad el
coste sea inferior al valor, y por tanto que el despliegue de la tecnología
aporte un ahorro neto a la sociedad. Evidentemente, tanto la huella de coste
como la de valor difieren tecnología a tecnología.
Figura-4: Huellas
de coste y valor. El patrón de comparación adecuado para juzgar la idoneidad
del coste de una tecnología dada es el valor que esa tecnología aporta a la
sociedad.
Por tanto, el
objetivo de cara a proporcionar la información necesaria tanto para la
planificación energética como para juzgar la idoneidad o no de apoyar a una
tecnología determinada para que pase a formar parte del sistema energético,
debería ser el cuantificar los distintos elementos que constituyen su coste y
valor. Y es más, esta evaluación debería hacerse tanto para las condiciones
actuales, como para las condiciones resultantes cuando la tecnología en
cuestión haya progresado a lo largo de su curva de aprendizaje, pues la evolución a lo largo de esta curva es lo
que proporciona los costes promedio para la sociedad con los que hay que
comparar el valor aportado por esa tecnología (en el informe Energía 3.0 se proporciona una detallada cuantificación de estos costes promedio).
La Figura-5
recoge una representación esquemática de los distintos elementos de coste y
valor que habría que evaluar. Como podemos ver, los elementos a considerar
especialmente en la huella de valor son muy numerosos. El hecho de que muchos
de estos elementos habitualmente no se encuentren cuantificados, representa la
falta de internalización de estas dimensiones en ell valor real que la
tecnología en cuestión proporciona a la sociedad.
Figura-5:
Dimensiones de las huellas de coste y valor a cuantificar para cada una de las tecnologías
renovables.
Comentemos con un
poco más de calma algunas de las dimensiones de las huellas de coste y valor:
Por lo que se refiere
al coste, en la Figura-5 además del precio del mercado y la prima (siendo la
suma de ambos la FIT, o el PPA – power purchase
agreement – con el que se retribuye
esa generación), encontramos otros dos componentes de coste:
·
El
coste asociado a los requerimientos de regulación complementaria que pueda
tener la introducción de esa tecnología. En el caso de tecnologías renovables
no despachables, si estas no asumen los requerimientos de regulación mediante
una reducción de su factor de capacidad (es decir, generando por debajo de sus posibilidades
para proporcionar servicios de regulación), es muy posible que el sistema
eléctrico requiera incorporar otros mecanismos de regulación con su
correspondiente coste.
·
El
potencial coste de oportunidad de la prima proporcionada a esta tecnología. Este elemento recoge la dimensión que Pedro
plantea en su post ,
y que quedaría representado por la diferencia entre el valor que aportaría a la
sociedad el usar los recursos económicos dedicados a la prima para otra
inversión con mayor retorno social, y el valor que aporta a la sociedad la
tecnología en cuestión.
Por lo que se
refiere al valor, profundicemos un poco en el significado de alguno de los
distintos elementos recogidos en la Figura-5:
·
Por
lo que se refiere al valor de la energía, el precio del mercado proporciona una
cobertura tan solo parcial de este valor, dado que por un lado representa tan
solo los costes de oportunidad (y no los del ciclo de vida), y por otro lado
tiene externalizados muchos de los impactos asociados a la generación de esa
energía. El valor de la energía puede diferir entre las distintas tecnologías
renovables como consecuencia de las distintas franjas horarias en que se genera
y su relación con la demanda. las tecnologías gestionables, especialmente para
elevadas penetraciones renovables, proporcionan un valor de la energía más
elevado. En la Figura-5 hemos representado con el mismo tamaño los componentes
de coste de la energía (precio mercado) y valor de la energía, pero por lo
general pueden ser distintos: El coste de la energía vendría representado por
el precio medio en el mercado, mientras que el valor de la energía vendría
representado por el coste de la energía en relación a la demanda existente en
el momento de la generación.
·
El
valor de la capacidad de una tecnología de generación eléctrica está asociado a
la capacidad con la que se puede contar con esa tecnología para la cobertura de
la demanda. También depende de la franja horaria y la relación con la demanda
(básicamente por comparación al precio de la capacidad de la tecnología de referencia
a la que sustituye), y por supuesto también depende mucho de la tecnología
renovable considerada. las tecnologías no gestionables tienen por lo general un
valor de capacidad significativamente inferior a las gestionables, debido al
hecho de que por lo general en un determinado instante de tiempo la capacidad
con la que se puede contar para una tecnología no gestionable es
significativamente inferior a su capacidad nominal.
·
Externalidades
parcialmente internalizadas. Se refiere a aquellas externalidades que al menos
de forma parcial se encuentran ya internalizadas. Un ejemplo serían las
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que mediante los mercados de
emisiones existentes proporcionan una valoración a las emisiones de GEI. La
internalización es sin embargo tan solo parcial, pues debido a las
imperfecciones de estos mercados, los precios asignados a las emisiones de GEI
son significativamente inferiores al coste que va a tener su contribución al
cambio climático. De hecho, como consecuencia de asignaciones excesivas de
derechos de emisiones, el precio de las emisiones de GEI ha llegado a ser
prácticamente nulo en algunos periodos.
·
Complemento
de las externalidades parcialmente internalizadas, como puede ser el
complemento al precio del mercado de GEI para capturar el valor completo de
evitar esas emisiones desde la perspectiva de eliminar su contribución al
cambio climático.
·
Generación
de actividad económica, tanto directa como indirecta por efecto de arrastre de
otros sectores de la economía.
·
Generación
de empleo. Una forma de valorarlo es mediante los subsidios de desempleo
evitados por los puestos de trabajo que genera esa tecnología a lo largo de
todo su ciclo productivo.
·
Corrección
de imperfecciones del mercado. El mercado eléctrico puede tener, y en nuestro
caso tiene, imperfecciones, por lo que el coste que asigna a la energía no
tiene por qué corresponderse con el coste en el ciclo de vida para generar esa
cantidad de energía. En el caso de nuestro mercado eléctrico, donde las ofertas
se realizan en base al coste de oportunidad, conduciendo a la situación donde
algunas tecnologías ofertan a coste cero, resulta evidente que el precio del
mercado es tan solo una cota inferior del coste del ciclo de vida.
·
Universalización,
espacio-temporal, del acceso a la energía. El desarrollo de las tecnologías
renovables (mediante el apoyo para que recorran su curva de aprendizaje) pone a
disposición de todo el mundo y de todas las generaciones un modelo energético
sostenible, en contraposición al modelo energético actual que con tecnologías
poco democráticas usa los recursos de todos (en términos espacio-temporales)
para satisfacer las necesidades y el lucro de unos pocos.
·
Soberanía
energética y reducción de exposición a la volatilidad del coste de los
combustibles fósiles. Reduce la vulnerabilidad asociada a la dependencia
energética por usar recursos energéticos autóctonos y no especulativos, que
además tienen una estabilidad temporal de costes. Adquiere un valor económico
directo ante situaciones de escalada de los precios de los combustibles fósiles
de los que España tiene una grandísima dependencia, que pueden ser esporádicas
como respuesta a tensiones socio-políticas, o estructurales como la
irremediable inflación incremental de recursos escasos y finitos sometidos a
una demanda creciente.
·
Mejora
de la balanza de pagos, como consecuencia de la menor necesidad de importar recursos
y servicios energéticos, potenciado tanto por el carácter autóctono de las
tecnologías renovables, como por su elevado potencial de localización en la
fabricación, construcción y explotación de las instalaciones.
·
Reducción
de las pérdidas de T&D. Este elemento hay que considerarlo con carácter
potencial por el mayor carácter distribuido de la generación basada en
renovables, pero debe ser analizado con detalle en cada caso porque tanto los
requerimientos de regulación como la necesidad de transporte a grandes
distancias puede conducir a un balance final que no necesariamente tiene que
ser positivo para un sistema basado en renovables. Depende de la condición de
referencia y de la ubicación y características del las tecnologías renovables
desplegadas.
·
Aportación
fiscal de las distintas actividades relacionadas con el ciclo de vida de las
tecnologías consideradas. Dado el gran potencial de localización, la aportación
fiscal trasciende a la propia actividad de generación para abarcar el proceso
de construcción y fabricación de equipos.
A lo largo de los
últimos años se han empezado a producir diversos informes que se centran en la
cuantificación de algunos de los componentes de la huella de valor de las
energías renovables. Se trata de valoraciones incompletas en el sentido de que
todavía hay varias dimensiones del valor de las renovables que no han recibido
cuantificación, pero nos proporciona ya unos primeros datos objetivos para
evaluar el peso relativo del coste de las renovables en función del valor que
aportan a la sociedad. En lo que sigue vamos a reproducir los resultados de
algunos de estos estudios, elaborándolos para adecuarlos al contexto de la
comparativa costes / valor reproducida en la Figura-5. Algunas de estas
adaptaciones tienen un carácter aproximado, pero tiene como objetivo el
proporcionar una corrección de los resultados presentados en los estudios
referenciados, que en ocasiones, por el ansia de acentuar el carácter benévolo
de las renovables, conducen a comparar cosas poco comparables, como es el caso
de asignar el total de la contribución al PIB o a la generación de empleo de
una determinada tecnología renovable a un único año, cuando una fracción
importante de estas contribuciones se centra en la etapa de construcción de la
central que representa tan solo una pequeña fracción del ciclo de vida entero
de la central.
Empezamos por
presentar resultados correspondientes al conjunto de las energías renovables
para generación eléctrica, procesadas a partir de la información presentada en
el estudio del impacto macroeconómico de las renovables en España publicado por APPA
(asociación de productores de energías renovables).
En la Figura-6
presentamos la comparativa entre huella de costes y valor para el año 2005,
mientras que en la Figura-7 reproducimos la comparativa de las huellas de
coste/valor en los años 2010 y 2011. En ambos casos, para la dimensión de
energía tanto en la huella de coste como en la de valor, se ha presenta el
coste medio de la energía en el mercado eléctrico durante el año
correspondiente, si bien, tal y como hemos indicado anteriormente, para la
huella de valor esta cantidad resulta distinta según el valor de la energía en
los instantes en los que la tecnología considerada contribuye a la cobertura de
la demanda. En este caso, en la huella de valor también hemos incluido la
valoración del ‘order of merit effect’,
es decir, la reducción del coste de la electricidad en el mercado eléctrico
como consecuencia de la penetración de las renovables, para poder comparar su
peso relativo frente a las otras dimensiones de valor, y a pesar de que tal y
como discutimos en el post anterior el ‘order of merit effect’ no puede entenderse como un valor
sostenible. Como podemos observar, si bien las huellas, tanto de coste como de
valor, se modifican año a año, en todos los casos la huella de valor es
significativamente superior a la de coste, incluso si no tenemos en cuenta el ‘order of merit effect’, y a pesar de
que hay muchas de las dimensiones de la huella de valor apuntadas en la
Figura-5 que no aparecen cuantificadas en las Figuras 6 y 7.
Figura-6: Comparativa
de las huellas de coste y valor del conjunto de las renovables para generación eléctrica
en el año 2005. Procesado a partir de los resultados del informe de APPA . La huella de valor tan solo presenta la valoración de algunas de sus
dimensiones, por lo que consiste tan solo una cota inferior de la huella de
valor real.
Figura-7: Comparativa
de las huellas de coste y valor del conjunto de las renovables para generación eléctrica
en los años 2010 y 2011. Procesado a partir de los resultados del informe deAPPA . La huella de
valor tan solo presenta la valoración de algunas de sus dimensiones, por lo que
consiste tan solo una cota inferior de la huella de valor real.
A continuación
presentamos los resultados correspondientes a la energía eólica, procesadas a
partir de la información presentada en el estudio del impacto macroeconómico de la energía eólica en España publicado por AEE
(asociación empresarial eólica).
La Figura-8
recoge las huellas de coste y valor para los años 2010 y 2011. En ambos casos,
para la dimensión de energía tanto en la huella de coste como en la de valor, se
ha presenta el coste medio de la energía en el mercado eléctrico durante el año
correspondiente, si bien, tal y como hemos indicado anteriormente, para la
huella de valor esta cantidad resulta distinta según el valor de la energía en
los instantes en los que la tecnología considerada contribuye a la cobertura de
la demanda. Como podemos observar, tanto las huellas de coste como las de valor
difieren significativamente de las correspondientes al conjunto de energías
renovables recogidas en la Figura-7, pero al igual que para el conjunto de las
renovables, en el caso de la energía eólica la huella de valor es
significativamente superior a la de costes, y ello a pesar de que en la huella
de valor hay muchas de las dimensiones recogidas en la Figura-5 que no han sido
valoradas.
La Figura-9
recoge la evolución desde el año 2005 al 2011 de las huellas de coste y valor
para la energía eólica en España. A modo de referencia se muestra también la
evolución de la prima equivalente recibida por esta tecnología a lo largo de
esos años.
Figura-8: Comparativa
de las huellas de coste y valor de la energía eólica en los años 2010 y 2011.
Procesado a partir de los resultados del informe de AEE . La huella de valor tan solo presenta la valoración de algunas de sus
dimensiones, por lo que consiste tan solo una cota inferior de la huella de
valor real.
Figura-9: Comparativa
de las huellas de coste y valor de la energía eólica desde el año 2005 al 2011.
Procesado a partir de los resultados del informe de AEE . La huella de valor tan solo presenta la valoración de algunas de sus
dimensiones, por lo que consiste tan solo una cota inferior de la huella de
valor real.
Para finalizar
presentamos los resultados correspondientes a la energía solar termoeléctrica, procesadas
a partir de la información presentada en el estudio del impacto macroeconómico de la energía solar termoeléctrica en España publicado
por Protermosolar.
La Figura-10
recoge las huellas de coste y valor para los años 2010 y 2011. En ambos casos,
para la dimensión de energía tanto en la huella de coste como en la de valor, se
ha presenta el coste medio de la energía en el mercado eléctrico durante el año
correspondiente, si bien, tal y como hemos indicado anteriormente, para la
huella de valor esta cantidad resulta distinta según el valor de la energía en
los instantes en los que la tecnología considerada contribuye a la cobertura de
la demanda. Como podemos observar, tanto las huellas de coste como las de valor
difieren significativamente de las correspondientes al conjunto de energías
renovables y de la eólica recogidas en las Figura-7 y 8, pero al igual que para
el conjunto de las renovables y para la eólica, en el caso de la energía solar
termoeléctrica la huella de valor es significativamente superior a la de
costes, y ello a pesar de que en la huella de valor hay muchas de las
dimensiones recogidas en la Figura-5 que no han sido valoradas.
Figura-10: Comparativa
de las huellas de coste y valor de la energía solar termoeléctrica en los años
2010 y 2011. Procesado a partir de los resultados del informe de Protermosolar
.
La huella de valor tan solo presenta la valoración de algunas de sus
dimensiones, por lo que consiste tan solo una cota inferior de la huella de
valor real.
En definitiva, en
base a la información disponible hasta la fecha, la huella de valor para la
sociedad de las energías renovables para generación eléctrica es
significativamente superior a su huella de coste, y es importante contribuir a
que esto quede meridianamente claro para que los individuos y el conjunto de la
sociedad puedan interpretar correctamente las campañas de desprestigio hacia
las energías renovables lanzadas por unos lobbies interesados en defender a
toda costa sus parcelas de beneficio particular aun a costa del bien de la
sociedad, y de unos gobiernos plegados al servicio de estos lobbies que hace
mucho que han olvidado que su razón de ser y su responsabilidad es el estar al
servicio de la sociedad en lugar de contribuir a la especulación a costa de
esta, de tal forma que la sociedad pueda coger las riendas de la gobernanza y redirigir
la actuación de gobiernos descarrilados hacia los objetivos de interés para el
conjunto de la sociedad.
También hemos
podido ver que tanto huellas de coste como de valor difieren significativamente
entre las distintas tecnologías renovables. Incluso en el caso de que en las
etapas iniciales la huella de coste fuera superior a la de valor y por tanto se
requiriera un subsidio neto para esa tecnología, la cuantía de dicho subsidio
que quedaría justificada debería evaluarse en base a la evolución esperada de
las huellas de coste y valor al evolucionar la tecnología por su curva de
aprendizaje. Pero para todos los casos que hemos presentado, incluso en la
actualidad ya tenemos huellas de coste significativamente inferiores a las
huellas de valor, es decir, con un ahorro neto para la sociedad. En estos
contextos, la inteligencia reguladora debe actuar de tal forma que el valor de
la retribución regulada a la generación renovable (primas o FIT) sea el valor
mínimo adecuado para incentivar su desarrollo a la velocidad requerida (proporcionando
retornos adecuados a las inversiones necesarias, así como la seguridad jurídica
imprescindible para acometer estas inversiones).