jueves, 26 de octubre de 2017

¿Demasiada dependencia para el camino hacia la independencia?

La montaña rusa de hoy (ahora declaración de independencia, a la media hora convocar elecciones autonómicas y al cabo de un rato volver a la declaración de independencia) no hace sino reforzar en mi mente las luces rojas que ya se encendieron el 10-O al suspender la fugaz declaración de independencia.

Exceso de protagonismo en Puigdemont, en respuesta a cuyas decisiones aparentemente inestables oscila de forma exagerada no solo la bolsa, sino sobre todo el ánimo y sentimiento de la población catalana. Demasiada dependencia de elementos ‘representativos’ para empezar a recorrer el camino ‘participativo’, dando la sensación de que en sus artimañas y estrategias de despacho intentan hacer bailar a su antojo ese embrión participativo que está naciendo en Cataluña.

Muchas voces dentro de las múltiples redes sociales que se han ido tejiendo y reforzando en Cataluña estos días, lo asocian a la genialidad estratégica del presidente Puigdemont y sus asesores, llamando a colocarse ‘peligrosamente’ a merced de sus oscilaciones con ‘confianza ciega’. Aunque yo no entiendo ni comparto esa estrategia, ojalá me equivoque y realmente sea genial, de tal forma que no se trunque un proceso que tanto creo que tiene por aportar a la evolución socio-política y a la generación de resiliencia y capacidad para afrontar los desafíos globales que ya tenemos encima, y no sólo en Cataluña, sino también en España, Europa y el resto del mundo.

Pero sin contenido, las formas de poco valen, y es precisamente en el contenido, en la esencia, donde se encienden las luces rojas al observar esta gran deriva ‘representativa’. Me entran dudas de si estos gobernantes han adquirido consciencia de su papel en la transición desde contextos socio-políticos ‘representativos’ a contextos ‘participativos’. Me cuesta entender que si tuvieran esta conciencia se les pudiera pasar por la cabeza jugar con la componente ‘participativa’ como moneda de cambio para estrategias ‘representativas’, pues así lo que están haciendo es cargarse el gran valor añadido que en mi opinión podía aportar el proceso catalán: La transición a contextos socio-políticos participativos.

El pueblo catalán sí que ha despertado a esta transición, y ha tenido una evolución muy ilusionante, especialmente a lo largo de estas últimas semanas y meses, creando pueblo con madurez y autorresponsabilidad para coger las riendas de su camino, colocando a los representantes políticos en el papel de facilitadores de la expresión ‘participativa’ en lugar de funcionar como ‘representantes’ con cheque en blanco entorno a los cuales orbita el total de la evolución socio-política entre elecciones y elecciones. Pero como en toda transición, los cambios de paradigma son muy sensibles al nivel de colaboración del status quo, y es precisamente en este sentido donde se requiere grandeza de visión en el actual gobierno catalán ‘representativo’ para facilitar la transición (ya sería la bomba si el gobierno español pudiera aportar también algo de grandeza, pero esto ya ha quedado descartado por incapacidad estructural desde hace mucho tiempo…). El hecho de que esta transición pueda truncarse bruscamente por un retorno a la deriva ‘representativa’, en la que se definen las soluciones en despachos donde el pueblo no está presente (excepto como moneda de cambio merced a su potencial participativo) y en la que todo pivota entrono a una o unas pocas personas, es lo que dispara las luces rojas.

¿De verdad tenía sentido estratégico plantear hoy el convocar elecciones autonómicas, sacrificando y haciendo tambalear la ilusión y el valor participativo, para retroceder un espacio abismal respecto al punto de partida de este proceso socio-político? Supongo que la respuesta está en ‘depende de lo que persiga tu estrategia’, pero fuera lo que fuera lo que perseguía esta estrategia, claramente no estaba vinculado a la componente ‘participativa’, sino a la ‘representativa’.

Si por acción de unos u otros se apaga la luz participativa que ha brillado en Cataluña estas últimas semanas, todos perderemos  y mucho, pues probablemente en ella reside la esencia de esos cambios estructurales que a día de hoy constituyen la única opción para que podamos afrontar y navegar con éxito los grandes desafíos globales que tenemos encima. Si observo alrededor (no ya en España, que desde luego no…), sino en Europa y el resto del mundo, no veo hoy en día destellos de ninguna luz que hable de algo parecido a estos cambios estructurales, sino más bien todo lo contrario: un reforzamiento de las estructuras que nos han traído hasta el borde del precipicio, entre las que se permite la expresión de voces minoritarias reivindicando problemas globales como involuntario componente legitimador del sistema. 


El cambio climático y las tensiones sociales y económicas que está trayendo asociadas son un claro ejemplo de estos desafíos globales que para navegarlos con éxito, tanto en su vertiente de mitigación como en la de adaptación, requieren que articulemos urgentemente profundos cambios estructurales que nos permitan tejer resiliencia (ver este post para una exposición breve en Castellano o este otro post para una exposición más amplia en ingles). Si no podemos ni reconocer los embriones de estos cambios cuando los tenemos delante, y los aplastamos antes de que puedan traspasar el umbral de la transición, reforzando así el vagón del status quo que nos ha traído hasta el borde del precipicio, pues…

Integrista no, se dice independentista

Hace un par de días, una amiga de la sierra de Madrid que me hacía recién vuelto de una estancia en Oriente próximo, al verme me dijo: ' que, ¿ya te has hecho integrista?'

Y yo, medio en broma, medio en serio la respondí: 'que no, que no se dice integrista, se dice independentista!'

Nos reímos un buen rato de las dobles interpretaciones, pero hay un trasfondo triste, y es que incluso en esa España progre a la que pertenece mi amiga, hay mucha gente que todavía no ha entendido qué está pasando, ni ven con claridad el papel que su gobierno e instituciones están jugando. En parte porque la bazofia de prensa española les ha bombardeado con tantas memeces que han desconectado, sin darse cuenta que es precisamente así como les quieren los que dirigen España. Y en parte porque resulta más cómodo mirar para otro lado que asumir la parte de responsabilidad que les toca. Prefieren pensar que mejor centrarse en su aportación para contribuir a resolver los problemas del mundo, sin caer en el hecho que con ese sustrato que están legitimando con su desentendimiento no hay opción de hacer aportación global alguna.

Banderas y banderitas

Nunca he sido de ‘banderas y banderitas’, presintiéndolas como barniz superficial para aislar la riqueza que se esconde debajo o para esconder y barnizar la mezquindad, con la capacidad de reducir el ser humano a peón manipulable por intereses rastreros.

PERO sintonizo tan poco o menos con la actitud de acogerse al tópico de las ‘banderas y banderitas’ para otorgarse la licencia de obviar prestar atención al trasfondo y a lo que ES en base a desprestigiar por axioma aquello que lo representa a nivel superficial. De hecho, esta actitud no es más que otra ‘bandera’ de las que se usan para escabullir responsabilidades.
Habrá muchos tipos distintos de sentimientos e intenciones bajo una bandera alzada, pero al menos dos de ellos se dibujan muy claramente en mi mente:

UNOS están asociados al orgullo por una identidad propia, a menudo ninguneada o despreciada por el entorno. Es una actitud reivindicativa y de coraje en clave positiva para  principalmente poner en valor el espacio propio, y en el proceso también dejar claro a ese entorno falto de empatía u hostil que no puede dictar el guion de la identidad ajena. Son colectivos que ni invaden ni pretenden ocupar espacios ajenos, sino que encauzan su energía al autodesarrollo del espacio propio, con las manos y el corazón abiertos a las otras identidades de alrededor con madurez para respetar y valorar su identidad. En estos colectivos, la ‘bandera’ no llega a echar raíces estructurales, pues es la riqueza propia la que realmente valoran, y la ‘bandera’ queda relegada a esa etapa reivindicativa para superar las barreras que impiden el libre fluir del valor propio, etapa en la que es preciso apoyarse en símbolos para condensar la expresión del todo que sujeta la bandera alzada. Superada esta etapa, la ‘bandera’ queda relegada a un plano muy posterior, totalmente eclipsada por el florecer de esa identidad propia con total respeto a las identidades ajenas libres, pues durante mucho tiempo aprendió en propia piel cual es el impacto de no respetar las identidades ajenas. Este colectivo cuenta con toda mi simpatía.

OTROS usan la ‘banderita’ para disfrazar sus carencias y mezquindad, optando por avasallar sin respeto alguno los espacios ajenos, para así saciar la sed de posesión y dominación que mantiene apagada la evidencia de su ausencia de valoración de identidad propia, cerrándose así a ell@s mismos cualquier opción de evolución y crecimiento. En clave negativa, y apoyándose en el despliegue de violencia por todas las dimensiones que son capaces, pretenden reavivar su autoestima (o algo parecido) y satisfacer su ego mediante la imposición de su ‘banderita’ a cualquier otra identidad cercana que quiera expresarse y evolucionar libremente. Proyectan fantasmas en su ‘banderita’ y se les nubla la vista con la exaltación de sus colores, haciendo del pisoteo del prójimo su único elemento de orgullo, aunque el mundo interior se les esté desmoronando por ausencia de identidad propia y corresponsabilidad en hacerla crecer en clave positiva. La ‘banderita’ tiene raíces muy profundas y costará que llegue a desaparecer, porque detrás no hay nada de valor que hayan sido capaces de construir y hacer evolucionar, y necesitan ocultarlo al entorno. Detrás de la mentalidad y forma de quehacer de este colectivo y sus ‘banderitas’ se esconde el origen de la mayoría de problemas globales a los que nos enfrentamos. Aunque este colectivo ha dominado nuestro pasado, deseo que los individuos tras sus filas vayan rápidamente rellenando el vacío que han dejado las raíces profundas de su ‘banderita’, evolucionando hacia colectivos libres con identidad propia y capacidad de arremangarse para colaborativamente con otros colectivos libres ir despejando ese alud de problemas globales que se nos viene encima.

No, no todas las ‘banderas y banderitas’ son lo mismo: Es un tópico para eludir responsabilidades. Si bajamos la ‘banderita’ de este tópico tras el que a menudo nos escondemos, probablemente entre un buen rayo de luz.

viernes, 13 de octubre de 2017

El capital social com a element diferencial del Procés català

El model sòcio-polític amb el que encara funcionem, inclòs totes les ‘democràcies’ representatives que ens envolten, està bàsicament caracteritzat per l’existència d’uns pocs ‘líders’ prenent les decisions en nom del poble però sovint sense tenir en consideració els seus interessos i opinions. En el millor dels casos, en les ‘democràcies’ representatives, el poble elegeix cada 4 o 5 anys als ‘líders’ que el representaran, sovint en processos electorals mes dominats per corporacions i dinàmiques de grups de poder que pel poble, i durant els 4 o 5 anys que segueixen aquests ‘líders’ es dediquen a ‘governar’ sense tenir en consideració ni la veu ni els interessos del poble, i sovint en contra dels interessos de la societat i pel benefici de de les minories que controlen les dinàmiques de poder. Fins i tot, els ‘líders’ deixen de complir les seves promeses electorals i amb total impunitat això es oblidat de cara a les noves eleccions on tornen a basar la seva reelecció en base a mentires comparables a les que van fer en el cicle anterior per tal de mantenir la falsa aparença de democràcia. Es a dir: la governança real es pràcticament nul·la.

I així ens ha anat, portant el Planeta i les seves societats al límit del col·lapse, i amb una manca esgarrifant tant de consciència sobre la situació com de visió de com navegar-la amb èxit. Ja tornarem a votar dintre de 4 anys...

El Procés català, i especialment al voltant del clímax que va assolir el dia 1.-O amb la organització i celebració d’un referèndum amb un nivell de participació estructural (no tan sols votar, sinó organitzar, protegir amb resistència pacífica i molt d’enginy i involucració a traves de les diferents capes socials)  molt mes enllà del vist a les democràcies representatives occidentals (i per tant amb una legitimitat que va molt mes enllà de la ‘legalitat’ i la d’altres votacions democràtiques), va mostrar un gran pas evolutiu cap a la democràcia participativa, on el poble pren la responsabilitat i lideratge per governar el timó del seu vaixell, i on els polítics passen a un segon pla per a desenvolupar un paper de servei social com a facilitadors de l’articulació del lideratge del poble. I es precisament aquesta evolució la que ens pot proporcionar la clau a canvis estructurals que ens permetin navegar amb èxit els grans reptes globals que tenim pel davant.

Tot i la gran importància d’aquest pas, encaminat a aconseguir una llibertat que es fonamental per obrir la porta a fer contribucions responsables tant a la societat catalana com a la resta del mon, no deixa de ser tan sols un primer pas. El camí es llarg i cal aprendre a caminar-lo. Per això es tant important reconèixer,  cuidar i facilitar el creixement i evolució d’aquest capital social que es va mostrar al mon el 1-O.

El 10-O, en base als resultats aclaparadors del referèndum del 1-O que mes que mai manifestava la opinió d’un poble, es va proclamar la independència al Parlament de Catalunya, però tot seguit el president Puigdemont va procedir a suspendre-la amb l’argument de facilitar una necessària mediació amb el govern espanyol.

El valor estratègic d’aquesta decisió es discutible. El meu parer personal es que no va ser adequada des d’un punt de vista estratègic, perquè les barreres i dinàmiques d’intolerància,  supèrbia, deixadesa, incompetència, i manca de responsabilitat social i empatia, tant del govern espanyol com de la UE, requerien una major inèrcia per a començar a obrir escletxes per on pogués entrar la llum, i la declaració de la independència en un context tant internacionalitzat (1000 periodistes al parlament) com el del 10-O podria haver aportat aquest impuls addicional. Tot i això, pot haver-hi mes elements sobre la taula del President i el Govern que fessin que a nivell estratègic aquesta hagués pogut ser una bona decisió… Potser mai ho sabrem, i potser ara ja no es tant rellevant.

Però el que per mi si que sembla molt important i clar es que des de un punt de vista sòcio-polític, aquesta decisió i la forma com es va comunicar no van ser adequades, doncs van minar el capital social que fins aquell moment havia legitimat el Procés i il·lusionat fins i tot mes enllà d‘aquesta terra .

Va ser molt gràfic l’enfonsament del nivell d’energia social i personal que es va percebre tant al Passeig Lluís Companys com suposo que a la resta de Catalunya quan es va passar de proclamar la independència a suspendre-la. Bàsicament es va fer, en un moment crític, un pas de gegant  enrere per tornar als contexts representatius orbitant al voltant d’un ‘líder’ des de l’incipient context participatiu que el poble de Catalunya estava construint.

No van trigar a disparar-se per les xarxes els missatges d’una sub-estructura d’estimuladors socials intentant recuperar aquest esperit perdut, intentant convèncer de la grandesa estratègica del President i el Govern, enlairant-los al cim de la genialitat política completament fora de l’abast del poble,  i fins i tot retraient de forma contundent a tots aquells que gosaven posar en dubte l’estrategia escollida pel President i el Govern. Es a dir, en essència retornant de ple el protagonisme als ‘líders’, que fins ara tant be havien actuat com a facilitadors, i llevant-li al poble: Tots els focus sobre els ‘líders’ que a partir d’ara es mourien en les arenes dels ‘compromisos’ polítics per assolir allò que ells saben que li convé al poble (no cal ni preguntar-li…). Segur que la intenció d’aquests estimuladors socials era bona, intentant recuperar els ànims clarament apagats, però el camí, retornant de ple al context representatiu, i perdent la riquesa, força i legitimitat que proporciona el capital social que per sobre de tot va caracteritzar el 1-O, no sembal que porti a bon port.

I jo ho trobo preocupant, perquè el gran valor transformador que emanava del 1-O, aquesta evolució cap a contextos participatius i responsables, sembla molt tendre, tant que podria desaparèixer en qualsevol moment. I tot i si s’aconseguís recuperar i mantenir aquest valor fins a arribar a la independència efectiva (força mes enllà de proclamar-la), aquest seguiria sense ser mes que el primer pas d’un llarg camí cap a la co-responsabilitat global, aturant-nos en la construcció d’una Catalunya que tot i  independent, tornaria a navegar en un context representatiu,  reproduint les mateixes mancances, limitacions i irresponsabilitats del veïns espanyols i europeus. Cal cuidar i alimentar aquest capital social naixent per a que segueixi madurant i creixent per aportar-nos a nosaltres i a la resta del Planeta tot el valor diferencial que pot proporcionar.

Jo tinc esperança, entre altres coses perquè aquell 1-O assegut al carrer amb un munt de gent  protegint un collegi electoral que estava fent el recompte, escoltava converses entre grups d’adolescents que havien estat allà tot el dia des de la nit anterior per proporcionar suport,  reconeixent l’essència d’aquesta situació i de la necessitat de destil·lar el valor diferencial que van sentir aquells dies per no tornar a caure en lo d’abans, en aquells contextos representatius que en el fons no ens representen ni motiven.


Ara som on som, i cal caminar cap endavant de forma decidida amb el que hi ha, sabedors de que  si s’aconsegueix recuperar, mantenir i alimentar mes enllà de l'independència  l’esperit del 1-O podem anar molt lluny i facilitar que altres facin també camí cap a la resolució dels desafiaments globals que tenim a sobre.  Mimem el nostre capital social i no perdem mai de vista que es el major valor d'aquest Procès i del camí que ens resta per recorrer com a societat.

jueves, 12 de octubre de 2017

Los derechos a decidir y autodeterminación como libertad fundamental

Creo que todavía hay una gran mayoría de la sociedad española (el grueso de los de tendencia política de derechas y centro, así como una parte significativa de l@s de izquierda e incluso de es@s que dicen que con ell@s de lo derechas e izquierdas ya les resbala) que todavía tienen dificultades para entender, respetar y empatizar con el sentimiento ‘separatista’ del pueblo catalán, y por tanto para entender y respetar lo que pasó el 1-O (y todo lo que hay detrás). Y aquí me refiero a elementos más estructurales que la manipulación extrema de la prensa española (que desde luego no ayuda para nada, pero no deja de ser un síntoma del estado de desarrollo social: Probablemente, igual que con los políticos también sea cierto en cierta medida para la prensa eso de que un pueblo tiene la que se merece…)
Así que voy a compartir una analogía que en ocasiones he usado para abrir una puerta que facilite conectar emocionalmente un poco más con el sentir de una buena parte del pueblo catalán detrás de lo que ha sucedido y está sucediendo estos días. Por supuesto, la analogía no es ni mucho menos completa, y hay muchas más dimensiones, pero lo fundamental es intentar abrir una ventana a la empatía.
Imagínate que formas parte de una pareja (podríamos hablar de matrimonio para hacerlo más tradicionalista y alineado con la actitud arcaica del gobierno español…) y eres víctima de maltrato. Tu pareja lleva tiempo infringiéndote violencia tanto física como psicológica.
Tus vecinos y familiares también llevan sobre sus espaldas responsabilidad de una buena parte de esa violencia, por continuamente y sistemáticamente despreciar tus sentimientos al respecto y pretender minimizar continuamente lo que TU estás experimentando y sintiendo (¿os reconocéis algunos españoles en este papel?), proporcionando por tanto la cobertura social para que esta situación de maltrato se mantenga en el tiempo.
Un buen día, y contra todos los elementos del contorno, dices que ‘basta es basta’ y ejerces tu derecho de libertad fundamental para decidir separarte. Seguramente, hasta le deseas al otro lo mejor en su camino, y que a lo largo de esta vida sea capaz de evolucionar y crecer. Probablemente, durante todos estos años pasados ya has intentado ayudarle a evolucionar a costa de sufrir esa violencia. Pero tú tienes tu propio camino a recorrer y nadie tiene derecho a arrebatarte tu libertad a decidir, ni a forzarte a permanecer bajo su yugo.
Pues resulta que viene tu pareja (y el resto de familia y amigos de esta) y te dicen que no, que tú no tienes derecho a decidir sobre tu libertad, que va contra la ley. Que esta decisión corresponde tomarla a todos, y como tú eres minoría y el resto opinan que tu obligación es quedarte al lado de tu pareja y aguantar (católicamente… o según el islam), pues que no te puedes separar, y por cierto… Ya basta de lloriquear!
Bueno, no está tan lejos en el tiempo dentro de la sociedad española que estas situaciones de maltrato eran aceptadas y consentidas socialmente tal y como describimos arriba. Hoy ya no tienen licencia social (al menos oficialmente no se las acepta), aunque a la vista de los casos de maltrato que siguen salpicando nuestra sociedad, probablemente el quiste/tumor todavía esté lejos de saneado. Por tanto, si esta es la situación en el caso de las parejas, que será cuando se trata de relaciones entre pueblos, que quedan más lejos del pellejo de cada cual por la impersonalidad de la que se tiñen, y requieren un desarrollo superior para darse cuenta que uno no solo consiente sino que forma parte de esa estructura de maltrato.
En ocasiones, al compartir esta analogía ha surgido el ‘pero’ de decir que no es lo mismo en el caso de un pueblo que de una pareja, pues en el caso de la pareja es un solo individuo, y el pueblo son muchos individuos y parte de ellos lo ven de forma distinta. Pero si piensas sobre ello, verás que no es tan distinto: Por un lado, la sociedad es un ‘animal’ más, cuyo criterio se rige por la mayoría de las opiniones de sus miembros. Por tanto, cuando un pueblo dice que quiere separarse es porque la mayoría de los individuos del mismo han tomado esta decisión. Y por otro lado, las personas están formadas por muchas células, y en el caso del miembro de una pareja que decide separarse hay muchas de estas células que son de otra ‘opinión’, como toda esa comunidad que canaliza el miedo y que le dice ‘mejor no hagas ruido que se pondrá peor’, o incluso esas células de la piel que todavía tienen gravado la atracción que algún día sintió por su pareja para decidir andar parte del camino juntos…
Ojala que esta puerta a la empatía y la experiencia que estamos viviendo estos días con el pueblo catalán te permitan crecer en tu sensibilidad hacia otros pueblos. Viene tiempos globalmente muy difíciles de navegar y sin grandes dosis de empatía y sensibilidad entre pueblos lo tenemos realmente muy negro para no hundirnos. No te engañes: si careces de empatía con tu pueblo vecino, no pretendas que la tienes o la vas a tener con pueblos más lejanos.