martes, 24 de julio de 2012

Peak-oil, Oil-crash y la contaminación del debate energético

Este post va sobre ‘banderas y banderitas’, o dicho de otra forma: de la facilidad que tenemos los seres humanos para anteponer intereses personales o banderitas que nos diferencien del resto, sobre la bandera del interés común, y de liarla de forma totalmente innecesaria justo en los momentos en que tenemos que alinear intereses y esfuerzos para conseguir impulsar el ritmo de cambio necesario para desarrollar una transición responsable en nuestro sistema energético (conociendo el elevado precio que tendremos que pagar si retrasamos esta transición: post transición energética). 

Los planteamiento base de los que parte la actividad de los colectivos ligados al Peak Oil y al Oil Crash son las realidades incuestionables de que:

1.      Nuestra sociedad actual es totalmente dependiente del petróleo (y en general de los combustibles fósiles)
2.      El petróleo (y en general los combustibles fósiles) son un recurso finito sometido a una demanda creciente, por lo cual es de cajón de que antes o después se alcanzará un máximo en la producción de este recurso escaso (peak oil, peak gas, peak carbón,…), que en caso de que no superemos la dependencia de este recurso, introducirá fuertes restricciones sobre la demanda, que a su vez pueden conllevar fuertes impactos sobre nuestro sistema socio-económico (Oil Crash).

Hasta este punto coincido plenamente con los planteamientos de estos colectivos, y me parece muy importante la labor de concienciación que iniciaron para hacer ver a la sociedad que estaban viviendo delante de un espejismo, y que por más que se empeñen en convencernos de lo contrario aquellos que están sacando el máximo beneficio de la estructura socio-económica-energética actual, es imperiosamente necesario iniciar una transición que nos aleje de la dependencia de los combustibles fósiles a pasos agigantados para evitar darnos el batacazo ante la inminente llagada de los ‘peaks’, o por el super-peak que se avecina como consecuencia de todas las ‘externalidades’ que de forma totalmente ilusa hemos querido creer que sin más que bautizarlas se iban a quedar fuera.  

Es más, el hecho de que nosotros estemos mirando hacia el futuro cercano para ver llegar los ‘peaks’ no es más que un reflejo de la realidad de que hasta ahora hemos pertenecido a la parte privilegiada de los habitantes del planeta. Para una parte muy grande de la población actual, así como para el grueso de las generaciones futuras, el peak oil (y peak fósil en general) ya hace tiempo que llegó, pues estos recursos ya hace tiempo que han quedado fuera de su alcance. Visto desde esta óptica, nuestra preocupación actual por el peak oil y el oil crash podríamos entenderla como un problema de privilegiados, o de aquellos privilegiados que ven acercarse el momento en que quizás les echen del barco de los privilegiados…

Sin embargo, los colectivos del peak oil/oil crash no se han limitado a comunicar y concienciar sobre esta realidad, sino que aparentemente convirtiendo en el fin último de su actividad el protagonismo que les ha proporcionado la temática del peak oil/oil crash, probablemente espoleado por el episodio de crisis profunda que estamos atravesando, sintiéndose cómodos y realizados con la bandera diferencial del catastrofismo, han arremetido duramente, y lo que es peor, en base a argumentos erróneos e inconsistentes, contra cualquier alternativa que nos proporcionara una vía de evolución para la necesaria transición, proyectando una visión catastrofista que contribuye a frenar el potencial inicio de la propia transición: No vaya a ser que nos coloquemos en una senda de resolución de la problemática de base y eso les hiciera perder su ‘banderita’ diferencial respecto al resto de la sociedad.  Sólo bajo esta perspectiva, y considerando  la inconsistencia de sus argumentos, se pueden entender sus continuas críticas y descalificaciones de las energías renovables. Y dada la pródiga actividad de estos colectivos durante los últimos años en los medios de comunicación y en la blogsfera , el impacto neto de su actuación probablemente acabe siendo el de ralentizar o frenar la necesaria transición del sistema energético.

No me resisto a comentar lo impresionado que me deja, desde mi perspectiva de freelancer acostumbrado a ir apuradillo para mantener una actividad profesional coherente, la intensa actividad que han desarrollado algunos de los miembros de este colectivo en la blogsfera durante los últimos 2-3 años, lo cual, en términos que tanto les gusta manejar a los miembros de este colectivo denota que tienen una TRL (‘tasa de retorno laboral’, por analogía con la TRE-‘tasa de retorno energético’ en la que pretenden soportar gran parte de sus argumentos) muy superior a la mía. Además, el tráfico en estos blogs es realmente muy elevado, lo cual exige una gran responsabilidad sobre sus autores a la hora de lanzar ideas y líneas argumentales. En mi opinión, y aunque ello les hiciera perder el protagonismo que se han ganado con su mensaje catastrofista y negacionista, el ejercicio de esta responsabilidad debería llevarles a evitar lanzar argumentos inconsistentes e incorrectos cuyo efecto directo es introducir ruido de fondo en el debate energético, sin realizar aportación positiva alguna, confundiendo a otra gente y colectivos, y en definitiva contribuir a ralentizar o frenar el inicio del necesario proceso de transición.

Ya hace algún tiempo que indirectamente me llegaban comentarios sobre los planteamientos de miembros de Oil Crash Observatory (OCO), y la rama española de la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo (ASPO) en relación a la inviabilidad de plantear la transición del sistema energético hacia un sistema basado en las energías renovables. Los argumentos que escuchaba me parecían tan fuera de sitio que no había dedicado tiempo a verlos en detalle.

Pero recientemente, con motivo de una charla-debate organizada por AuS  en el Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC) a la que me pidieron que asistiera, he invertido algún tiempo en revisar los argumentos y planteamientos de este colectivo para confirmar por un lado la falta de consistencia, fundamento y rigor de los mismos, y por otro, y esto es más preocupante, la cantidad de ruido de fondo que han introducido en el debate energético. Prueba de ello es el propio título esta charla-debate organizada por AuS en el COAC (‘Transición energética: ¿son las renovables la alternativa?’) y el planteamiento de AuS hacía de este acto como si se tratara del enfrentamiento de dos visiones totalmente distintas: La soportada por los estudios de Greenpeace Renovables 2050, Renovables100% y Energía 3.0 mostrando la viabilidad de un sistema basado en 100% renovables, y la supuesta visión contraria del OCO sobre los límites de las renovables para constituir la base del sistema energético. Finalmente resultó que OCO, en base a una reciente publicación suya en la revista Energy Policy, también proponían un sistema 100% renovable como única alternativa (en fuerte contraste con todo el ruido de fondo que han introducido en la blogsfera), sin realizar análisis serio alguno sobre el potencial de la eficiencia energética, por lo que finalmente resultó que no hubo debate alguno sobre este aspecto, y lamentablemente la organización del acto no permitió profundizar en una serie de conceptos importantes que actualmente están contribuyendo a que algunos colectivos, como probablemente el representado por AuS y quizás en buena medida el más amplio de los arquitectos, no consigan alinear su posición y actuación con la de los que están trabajando en hacer viable la transición responsable de nuestro sistema energético. A modo de anécdotas de este acto organizado por AuS, pero que puede explicar bastante bien elementos de fondo que es preciso afrontar:

·         La única intervención del público que se permitió en el acto por falta de tiempo, fue la de una persona que expresó su indignación con el colectivo de los arquitectos apuntando a su responsabilidad en la situación actual de ineficiencia en el sector edificación. Acto seguido, la representante de AuS en la mesa tomó la palabra, priorizando su respuesta de tinte ‘corporativo’ sobre la oportunidad de profundizar sobre conceptos importantes que se quedaron encima de la mesa, para intentar anular esa intervención haciendo una defensa ciega a capa y espada, pasando por encima de cualquier necesidad de autocrítica como paso previo a poder enfocar un futuro más apropiado. Y ciertamente, probablemente no exista en España un colectivo profesional con mayor responsabilidad directa sobre el nivel de ineficiencia en uno de los subsectores energético más problemáticos: la edificación.
·         Una intervención de un arquitecto de la fila-0 me dejó muy preocupado sobre la imperiosa necesidad en el colectivo de los arquitectos de profundizar sobre las realidades del sistema energético. Básicamente, después de asistir a dos presentaciones sobre la cobertura de la demanda del sistema energético, una de ellas (la del estudio Energía 3.0) con un escenario para el año 2050 con una reducción del consumo energético del  55% respecto al existente en el año 2007 y del 72% respecto a la demanda energética BAU en el año 2050 (con un gran detalle en los medios y justificaciones de este nivel de eficiencia), y otra (la del artículo de OCO) que plantea la cobertura de la demanda actual de energía, sin consideración alguna a la contribución de la eficiencia energética, lo que comentaba este arquitecto de la fila-0 era porqué en el estudio Energía 3.0 no había ninguna referencia clara a la eficiencia energética, mientras en el estudio de OCO esta era el componente principal para hacer frente a la demanda…


El OCO es un colectivo principalmente formado por investigadores del CSIC pertenecientes al Instituto de Ciencias del Mar (ICM) en Barcelona (por lo menos, todos los miembros que yo he conocido o sobre los que he leído algo pertenecen al ICM). Puesto que en todas sus manifestaciones hacen patente su status de investigadores del CSIC a modo de soportar implícitamente los planteamientos del OCO, me parece importante resaltar que ni la formación ni la trayectoria profesional de los investigadores del ICM ha estado directamente relacionada con el sistema energético. Ni mucho menos considero que esta realidad descalifique de entrada sus planteamientos, pues el debate energético tiene múltiples dimensiones en las que tod@s tenemos mucho que aportar, pero por un lado considero necesario apuntarlo para contrarrestar el probablemente poco lícito apalancamiento institucional que realizan usando el CSIC, y por otro lado ayuda a entender algunas de las inconsistencias de sus planteamientos, aunque por su carácter de investigadores en modo alguno les excusa de la responsabilidad de sus actuaciones.

Los dos principales argumentos que esgrimen, de forma repetitiva hasta la saciedad, los miembros de estos colectivos para descalificar a las energías renovables como alternativa al sistema energético actual y por tanto vía de inicio del proceso de transición, son los siguientes:

1.      TRE (tasas de retorno energético) bajas.
2.      Limitación de disponibilidad de materiales para desplegar un sistema energético basado en energías renovables.

A lo cual hay que añadir sus afirmaciones de que no disponemos de recursos financieros y económicos para plasmar este cambio en el sistema energético.

Puesto que el tema ha generado una considerable confusión, hasta el punto de conducir prácticamente hasta la parálisis a algunos colectivos, voy a dejar para unos posts posteriores el discutir con más detalle porqué estos argumentos son totalmente incorrectos, y por tanto no suponen barrera alguna para apoyar la transición en un sistema energético basado en energías renovables. Pero a modo de resumen sí que quiero recoger aquí los conceptos principales que invalidan estas líneas argumentales.

El hilo conductor que subyace en estos planteamientos erróneos es el no haber superado el contexto conceptual de la ‘era de los fósiles’, lo cual conduce a grandes errores conceptuales al aplicarlos a la ‘era de las renovables’ sin incorporar las grandes modificaciones estructurales que supone esta transición.

Por lo que respecta al tema de costes, la conclusión errónea a la que llegan es básicamente un tema de no haber echado correctamente las cuentas. A estas alturas ya disponemos de estudios con un nivel de detalle abismalmente mayor que los datos que manejan los miembros de estos colectivos (R100%, Energía 3.0, y muchos otros que coinciden en que el coste de la mitigación es sensiblemente inferior al de la adaptación en el caso de seguir por el camino que llevamos), que muestran claramente que un sistema basado en energías renovables supone un ahorro económico considerable respecto a lo que nos puede ofrecer el sistema energético actual, proporcionando acceso a una estabilización de los precios de la energía radicalmente opuesta a la tendencia inflacionista sin remedio en caso de mantenernos anclados a los combustibles fósiles, y facilitando el acceso a los servicios energéticos al conjunto de la población del planeta (presente y futura), algo que en base al sistema energético actual resulta imposible.

Por lo que respecta a la TRE, fundamentalmente se trata de un parámetro poco apropiado, procedente de la ‘era fósil’ en la que se daba por válida la expoliación por parte de unos pocos del único recurso energético sobre el que se edificaba el sistema energético, y que carece totalmente de sentido al emplearlo como parámetro de comparación entre las tecnologías renovables y los combustibles fósiles, sencillamente por estar colocando las fronteras de análisis de forma incoherente entre ambas opciones. Y esto dejando de lado las profundas incoherencias de los análisis realizados por algunos miembros de este colectivo para llegar a la conclusión errónea de que algunas tecnologías renovables (en concreto la fotovoltaica) tienen unas TRE tan bajas que las hacen totalmente inapropiadas para contribuir a configurar el sistema energético.

Por lo que respecta a la limitación de materiales, este argumento está marcado por un lado por un importante desconocimiento de las tecnologías renovables de las que hablan, y por otro lado por la recurrente confusión entre elementos circunstanciales y estructurales. Básicamente, en la ‘era de los fósiles’ quemábamos el recurso principal (y único) en el que se basaba el sistema energético, mientras que en la ‘era de las renovables’ por un lado contamos con una gran diversidad de tecnologías energéticas, y por otro lado no se quema nada (bueno vale, en el caso de la biomasa sí, aunque a diferencia de los fósiles dentro de unas tasas de renovación sostenibles y sin liberar nuevo carbono a la biosfera, pero aquí me refiero principalmente a aquellos elementos que apuntan los miembros de estos colectivos cuando plantean la escasez de materiales, es decir, aquellos materiales con los que se fabrican los equipos de conversión de las tecnologías renovables) , simplemente se utilizan materiales que posteriormente pueden ser recuperados en su inmensa mayoría.

Pero lo más incongruente de todo, es que después de llevar varios años con una intensa labor de desacreditación de las renovables como alternativa para la transición del sistema energético, especialmente plasmada en la blogsfera y en apariciones en charlas yu medios de comunicación, cuando en el año 2012 varios miembros del OCO publican un artículo en la revista Energy Policy (A global renewable mix with proven technologies and common materials), la conclusión a la que llegan es que si que es posible cubrir la demanda energética con un mix de generación basado exclusivamente en energías renovables (a pesar de las fuertes limitaciones y errores de su análisis, que comentaremos en otro post), y por lo que respecta a la disponibilidad de materiales, incluso con las cuentas y planteamientos conceptuales erróneos que realizan (que conducen a sobreestimar muchísimo los requerimientos de materiales para soportar este mix de generación renovable), concluyen que no hay limitaciones de materiales para soportar el despliegue de este mix de generación, conclusión que resulta todavía mucho más tajante al eliminar los errores de cuantificación y conceptuales en los que se basa el análisis que desarrollan en el artículo.

Es importante resaltar que uno de los autores que firma este artículo es el mismo que lleva el blog en el que tanto énfasis se ha puesto en desacreditar las renovables como alternativa al sistema energético actual durante los últimos 2 – 3 años.

Es posible que al documentarse para escribir ese artículo, los autores del mismo se percataran del consenso que a nivel internacional existe ya hoy en día, sobre la viabilidad de iniciar la transición hacia un sistema basado en energías renovables, tanto desde los entornos tradicionalmente más conservadores, como desde lo más progresistas que ya llevaban unos años de ventaja allanando el camino para ir llegando al consenso sobre esta realidad. También es más que posible que durante el proceso de revisión del artículo, los revisores de Energy Policy obligaran a eliminar o suavizar los planteamientos originales del artículo (algo de esto se lee entre líneas en el artículo, aunque ciertamente a los revisores se les pasaron bastantes errores de bulto). Pero nada de todo esto descarga de las espaldas de los autores la responsabilidad de introducir tanto ruido de fondo  en el debate energético al haber estado cuestionado, en base a argumentos erróneos, la viabilidad de un sistema energético basado en energías renovables como alternativa al sistema energético actual. Y puesto que su artículo no aporta nada nuevo respecto a lo que ya estaba puesto encima de la mesa con anterioridad, mucho me temo que el impacto neto de este colectivo sobre la evolución del sistema energético se reduzca a haber obstaculizado y contribuido a frenar el inicio de la transición del sistema energético hacia la sostenibilidad. ¿era este el objetivo, o se perdió el rumbo por el camino?

Originalmente había planificado para este post el desgranar algunos de los principales  sin sentidos de las afirmaciones que aparecen diseminadas por miembros de OCO o de Crisis Energética por la blogesfera. Pero finalmente he desistido de ello para no hacer este post absolutamente ‘infumable’, y me limitaré a dar un aviso para navegantes y apuntar unos pocos posts para aquell@s que quieran echar un vistazo rápido y juzgar por su cuenta, aunque realmente no hay más que hacer unas cuantas búsquedas para verse inundados de posts del estilo de los ejemplos que voy a poner.  

Respecto al aviso para navegantes:

Ser extremadamente críticos con las afirmaciones infundamentadas que sueltan los miembros de estos colectivos sin ningún pudor (ni responsabilidad). Ser conscientes de que no basta con cuatro números a ojímetro para extraer conclusiones tan determinantes como las que apuntan (la inviabilidad de usar una u otra fuente renovable, los costes exagerados, la exagerada ocupación del territorio, la incapacidad de las renovables para dar cobertura a la demanda,…). Tener presente, y apoyarse en ello para hacer un análisis crítico, que a día de hoy ya existe MUCHO material de una calidad técnica y científica tremendamente superior a las evaluaciones superficiales con las que apoyan sus argumentos catastrofistas y negacionistas los miembros de estos colectivos, pues no en balde contamos ya con cerca de 40 años de actividad relativamente intensa en ir poco a poco y con mucho esfuerzo colocando los cimientos de esto que hoy ya es una realidad: las energías renovables como una alternativa sólida preparada para impulsar la transición del sistema energético.

Respecto a algunos ejemplos de posts publicados por estos colectivos (breve muestra, pero hay muchos más posts e intervenciones en otros medios totalmente en estas líneas):

o   No tiene desperdicio, tanto por los errores de bulto en las evaluaciones numéricas y conceptuales (involucrar el segundo principio de la termodinámica para la conversión eólica), como por afirmaciones gratuitas del estilo de que las tecnologías renovables son totalmente dependientes de los combustibles fósiles. Conclusión final: “Por tanto,(las renovables) no son en sí fuentes energéticas en la que podamos confiar nuestro futuro”
o   En base a unas estimaciones tremendamente superficiales acaba concluyendo que para cubrir la demanda energética en España con eólica habría que ‘sembrar toda España de molinos de viento’, y que  ‘tal despliegue equivaldría a deforestar España’. Lecturas muy recomendables para comprobar el grado de insensatez de estas afirmaciones son los estudios Renovables100%  y Energía 3.0 de Greenpeace, en las que se puede constatar en base a una evaluación abismalmente más detallada, incorporando las restricciones asociadas a usos todos los usos suelo, cómo los porcentajes de ocupación del territorio requeridos para soportar un mix renovable son tremendamente menores de lo que afirman en este post, y abismalmente inferiores al uso del territorio que hacen las ‘externalidades’ del sistema energético actual. Para rematarlo, parte de otra premisa falsa (‘de todas las energías renovables la eólica es la que tiene más potencial’) para concluir que por tanto no se puede ni de lejos cubrir la demanda actual con renovables.

o   Gran derroche de datos incorrectos, evaluaciones erróneas y comparaciones fuera de sitio para inducir a concluir que el coste de desplegar un sistema renovable es astronómico y los tiempos requeridos exageradamente elevados e inviables. Todo ello sin tener en cuenta incluso las evidencias de las tasas de despliegue de renovables YA demostradas en nuestro país, como las evaluaciones de costes comparativas y detalladas ya disponibles mostrando la ventaja económica de un sistema basado en renovables frente a seguir con el sistema energético actual.


o   Incluso en base a sus evaluaciones superficiales y sin tener en cuenta que esta tecnología puede en gran parte estar integrada en edificios y por tanto no tener repercusión en ocupación del terreno, acaba llegando a la conclusión de que las superficies requeridas serían relativamente bajas (aunque más altas de las realmente requeridas por un mix renovable equilibrado), motivo por el que para sembrar dudas pone encima de la mesa sin justificación alguna los ‘fantasmas’ de la escasez de materiales y la baja TRE para desacreditar a esta tecnología. Pero lo más fuerte es que acabe afirmando: ‘Hay, sin embargo, una cuestión entre otras muchas que hace inviable un despliegue de placas fotovoltaicas de esas características: el mantenimiento’, y todo ello poniendo el grito en el cielo por el consumo de agua asociado a la limpieza de los módulos fotovoltaicos!! (muy típico de este colectivo pretender hacer saltar liebres de forma totalmente infundamentada para agarrarse a ellas como banderita diferencial), sin caer en la cuenta, que incluso con los números que ellos dan, el consumo de agua por unidad de energía producida es del orden del 0.2% del que tiene una central térmica convencional (combustibles fósiles) o nuclear. No faltan otras afirmaciones totalmente gratuitas, pero sobre todo sacan el tema totalmente de contexto al pasar por alto la primera evidencia de un sistema 100%R: se trata de una mezcla de tecnologías con una gran capacidad de complementarse, lo cual hace que incluso al compararlo con el sistema eléctrico actual puedan proporcionar un uso mucho más eficiente de la potencia y capacidad de regulación instaladas (Energía 3.0).

Sinceramente, invito a los miembros de estos colectivos a que se replanteen su actitud por lo que respecta a su contribución neta sobre el urgente proceso de transición del sistema energético, pasando por encima de las ‘banderitas’ diferenciales con corta fecha de caducidad para unir fuerzas bajo la bandera del bien común. De los textos de este colectivo que he ido leyendo en la blogsfera durante estos últimos días, así como de la interacción que tuve (aunque breve y una vez finalizado el acto) con el representante del OCO que vino de ponente al acto organizado por AuS en el COAC el 12/7/2012, estoy convencido de que hay muchas sensibilidades comunes, y de que si empujaran en la misma dirección del resto de colectivos e individuos que ya llevan muchos años trabajando en hacer viable esta transición, su contribución sería mucho más positiva.

Estamos atravesando tiempos de cambio intenso, y en estos episodios hay que tener precaución de no caer en el error (por desgracia bastante común) de ignorar el trabajo que desde ya hace mucho tiempo llevan desarrollando otros colectivos que vieron muy de antemano la necesidad del cambio y la transición, así como de intentar aplastar sus logros a modo de reafirmación del ego para acto seguido intentar volver a trazar el mismo camino (pero con mucha menos solidez y fundamentación) con pintura propia. Reinventar la rueda a estas alturas es simplemente una pérdida de tiempo, justo en un periodo donde son necesarias todas las aportaciones posibles para encauzar la etapa más exigente de un proceso de transición responsable.