¿Cómo vamos a
contribuir de forma efectiva a la resolución de los grandes desafíos globales
si nuestro sistema socio-político todavía tolera y es cómplice de la represión
de derechos fundamentales, sin a menudo ni tan solo entender la situación a
pesar de llevar siglos conviviendo con ella? A veces se me antoja un salto en
el vacío pensar que seremos capaces de evolucionar hasta poder dar alguna
contribución positiva a las problemáticas globales… ¿Seguiremos siendo un
lastre para el resto del Planeta?
Tal y como hemos
ido documentando en entradas anteriores (‘contribuciones a una visión climática’, ‘a transition analysis for 1.5C’), articular una transición
sostenible y compatible con la condición de contorno climática (limitando el
calentamiento global a 1.5C) requiere implementar cambios estructurales, a
nivel global, y en plazos de tiempo muy cortos. La evolución de los actuales
contextos representativos a contextos participativos en las dimensiones socio-político-económicas
es uno de los elementos principales para permitir desplegar estos cambios
estructurales en los plazos de tiempo disponibles. La implementación de estos cambios
estructurales a nivel global, teniendo en cuenta la situación de atropello de
derechos fundamentales en otras partes del mundo, requeriría que nuestra
sociedad estuviera ya muuuucho más avanzada por esta senda…
En este sentido
es muy decepcionante contrastar el estado de desarrollo social de algunas de
las instituciones Españolas, bien lejos de esa evolución hacia contextos
participativos, donde se asumen y despliegan los niveles de solidaridad y
responsabilidad requeridos no por medio de una representación distante e
inefectiva, sino por medio de una participación profunda y directa. Pero
esto, en la escala de evolución social está bastantes pasos más allá que el
reconocimiento y respeto de libertades democráticas fundamentales como los
derechos de opinión, expresión, reunión, manifestación, decisión, voto,
autodeterminación…
La situación
actual que estamos viviendo en Cataluña en 2017, con una represión y atropello
de derechos básicos por parte de un gobierno Español con actitudes inquisidoras
y profundamente anti-democráticas y subdesarrolladas, que parece no haber
evolucionado desde la primera república Catalana en 1641 ni las dos últimas en
el preludio de la guerra civil (1931 -1934) (ver artículo sobre las cuatro repúblicas Catalanas aquí), contrasta muy fuertemente con los requerimientos de
cambios estructurales pivotando entrono a la evolución de contextos
representativos a contextos participativos para tener alguna opción de abordar
los problemas globales que han llevado nuestras sociedades a una situación
límite.
¿Qué margen hay para creer que podremos evolucionar hacia contextos
participativos cuando el simple hecho de que la gente pueda manifestar su
opinión votando desata toda la vileza represiva de esos que fueron elegidos
para gobernar? A mí me suena más a un atrincheramiento del sistema
representativo para poner todas las trabas posibles a una evolución hacia
contextos participativos, no sea que se le desmonte el tenderete a unos
cuantos… Pero creo que es la manifestación del sustrato democrático que
realmente tenemos, limitado a un mero barniz democrático superficial, pero que
por lo general no nos molestamos en analizar y cuestionar en profundidad, y tan
solo cuando un rasguño por alguna refriega puntual deja asomar lo que hay por
debajo de esas vestiduras de apariencias, nos enfrentamos a la realidad de lo
poco que hemos recorrido en el camino de la evolución social. Es más, mientras
la vileza del sustrato antidemocrático real de nuestro sistema socio-político
tan solo afecte a unos pocos pero de forma distante, sin llegar a levantar
ampollas que nos incomoden y nos hagan agitarnos en nuestro sofá del
conformismo, preferimos mirar para otro lado.
Bueno, es la
opción de cada cual. Pero también es responsabilidad de cada cual recorrer su
camino de evolución personal y social. La situación en Cataluña en estas
últimas semanas ha rasgado algunas vestiduras y nos ha permitido mirar
puntualmente a los ojos del sustrato socio-político que tenemos y del que somos
partícipes. Pero si como sociedad no estamos preparadas, lo olvidaremos
rápidamente y volveremos a acomodarnos en el sofá de las apariencias democráticas,
aunque durante un par de semanas seamos testigos de cómo se pisotean derechos
democráticos básicos, siguiendo sin realizar ninguna contribución positiva a la
resolución de los grandes desafíos globales. Los Catalanes parece que ya empiezan
a estar preparados. Llevan viendo este sustrato desde hace mucho más tiempo, y
ahora ya parecen decididas a liberarse de las cadenas que impiden empezar a
andar por el camino de la evolución social. El camino por delante es largo,
pero el primer paso es decidirse a andar. Y este proceso no va ni mucho menos
en contra de la población Española, entre la cual hay muuucha gente que
sintoniza y vibra de forma parecida en muchos aspectos, sino a favor. Va en el
sentido de trascender al gobierno representativo que ha elegido la población
española (y si, esto lleva asociado un voto representativo que indica un
sustrato de responsabilidad y conformismo con este esquema, y que difieren
significativamente de los que tiene Cataluña), y de tomar en las manos la
responsabilidad de construir el camino que se quiere andar. Pero cada cual
tiene su camino por recorrer, y más nos vale centrarnos en el nuestro propio en
lugar de poner palos en las ruedas de los demás, pues globalmente todos nos
beneficiamos de la evolución de cada parte. Para esa parte de España con deseo
e intención de echar a andar, una Cataluña que también esté recorriendo camino
será el mejor compañero de viaje.
Y no nos engañemos,
por lo que respecta al talante cavernícola del gobierno español, el espectáculo
retrógrado y subdesarrollado al que estamos asistiendo estas últimas semanas en
Cataluña no es ni mucho menos la primera evidencia de su esencia. Nos ha proporcionado
ya muchas otras opciones para despertar. A lo largo de las dos últimas
legislaturas del PP y de la última del PSOE hemos asistido a una retahíla de despropósitos
a cual mayor, tanto en destrucción y avasallamiento de derechos sociales y
democráticos en España como en profundizar aún más en nuestra contribución a
generar y perpetuar las problemáticas globales. Señales de retroceso en
cualquier senda de maduración social desde luego no nos han faltado. Pero ninguna
ha generado una movilización social que ni de lejos se acerque a la que se está
viviendo ahora en Cataluña. Ojalá sea el principio de un ya demasiado lento
despertar…
Otro aspecto que
aflora a la superficie con la rasgadura de vestiduras ocasionada por la situación
actual en Cataluña es la constatación de la existencia de una prensa
manipuladora y tendenciosa que sistemáticamente barniza, distorsiona e incluso
falsifica (en ocasiones de forma extremadamente ruin) la información para
alinearla con los intereses de ese gobierno represor, lo cual añade leña al
fuego de la evidencia de cómo de lejos estamos del estado de madurez social que
requieren nuestros tiempos y desafíos.
Por otro lado, la
respuesta cívica, no-violenta, participativa y comprometida de gran parte de la
ciudadanía Catalana, con gente de todas las edades saliendo masivamente a la
calle para reclamar y defender sus derechos, desbordando y anulando las
actuaciones represivas de esas instituciones representativas que no dan la
talla, superando la apatía y desengaño
que tantos años de corrupción de las instituciones representativas nos han
dejado, proporciona un rayo de esperanza de la capacidad de evolución social
hacia esos contextos participativos y corresponsables capaces de articular los
cambios estructurales necesarios. Movilizaciones ciudadanas con 1.5 millones de
personas en la calle como este 11 de septiembre en Barcelona (equivalente a casi
el 100% de la población de la ciudad, si bien había gente de fuera de la
ciudad) ciertamente abren un espacio de esperanza. Ojalá más allí del 1 de
octubre el pueblo Catalán sea capaz de mantener este nivel de involucración y
participación social para abordar las problemáticas globales como el Cambio
Climático, ejerciendo de forma activa su solidaridad y corresponsabilidad
participativa en la construcción de las soluciones globales que necesitamos. Y ojalá el pueblo Español sea capaz de seguir
la estela y echar a andar por la misma senda participativa de responsabilidad
global. Pero, ¿cómo de cerca estamos de presenciar en Madrid una manifestación
con un nivel de participación, con gente de toda España, cercano al equivalente
al 100% de su población (3 millones de personas) por afrontar de forma
corresponsable un problema global como el Cambio Climático?
Deshacerse de las
ataduras que impiden crecer y madurar socialmente es sin duda un primer paso,
pero de ninguna forma el final del camino: Los desafíos que enfrentamos como
sociedad requieren ir mucho más allá. La situación límite de atropello de
derechos básicos (acumulada a lo largo de mucho tiempo), con la guinda puesta
por un gobierno Español tan incapaz como el actual, probablemente ha conseguido
despertar a la sociedad Catalana para echar a andar por el camino de evolución
social que requieren los tiempos actuales, pero la superación de las barreras
absurdas y pertenecientes a los siglos pasado levantadas por este gobierno
Español probablemente supondrán un desgaste social importante, cuando la parte
larga y complicada del camino todavía está por delante.
Ahora, la
componente de orgullo herido y hastío con la incompetencia y corrupción de gran
parte de la clase política, mantiene encendida la llama de la movilización para
recuperar esos derechos fundamentales que se sienten pisoteados. Pero el largo
camino que queda por delante requiere afrontar la corresponsabilidad y
solidaridad con el resto del Planeta, por una parte de la sociedad que ha
contraído una deuda muy grande en la generación de los problemas globales
actuales, y mantener la llama de la movilización encendida en estas condiciones
es bastante más difícil y requiere de un elevado grado de madurez social. A lo largo
de los últimos meses yo no he percibido en el tejido socio-político Catalán (ni
por su puesto en el Español) una consolidación de este grado de madurez social.
Quizás el despertar y agitación de estas últimas semanas antes del Referéndum
del 1 de octubre de 2017 puedan proporcionar la inercia para echar a andar de
forma decidida por esta senda de maduración social, pero por ahora, al menos a mí,
no me resulta evidente, si bien es cierto que la predisposición ha mejorado
mucho respecto al estado de apalancamiento crónico en el que llevamos tanto
tiempo sumidos.
Ojalá los pueblos Catalán y el Español sean capaces de
aprovechar la inercia de este impulso inicial para echar a navegar la senda de
evolución social que nos permita afrontar los problemas globales de forma
efectiva y con posibilidades de éxito. Y ojalá no sólo estos sino todos los
pueblos del Planeta echen a andar por esta senda YA.