miércoles, 2 de agosto de 2017

A transition analysis for a 1.5C Climate Vision

Along the second half of 2016 I did, for Greenpeace International, a transition analysis to explore the feasibility and implications of a transition to align our socio-economic systems with the 1.5C climate boundary condition adopted in the Paris Agreement (COP21 - December 2015).

Under this link you can find a paper documenting the main elements of this transition analysis and discussing its main conclusions and insights.


The good news:

  • In spite of all the lack of effective transition action along the last decades, it is still feasible to articulate a transition that aligns our socio-economic systems with the climate boundary condition without resorting to 'false solutions', stabilising our climate at 1.5C and therefore avoiding higher impacts from climate change.
  • In order to do so we need to articulate structural changes that, beyond its positive climate change impact, lead us towards sustainable pathways and provide the so much needed resilience to navigate the future ahead.


The bad news:

  • The window of opportunity to articulate this transition will close very soon.
  • We are nowhere close to undertaking, and even discussing, the required structural changes that could enable the transition.


The evolution from representative to participatory contexts in all the dimensions of our socio-economic systems (energy, economy, policy, financing, conservancy, ...) is the cornerstone enabling most of the required structural changes. Now we are getting ready the tools to articulate this evolution. Will our vision and courage stand at the appropriate level of ambition, or will we miss the window for action and assist from our underdeveloped representative contexts how climate change unfolds and our systems crumble down?

martes, 1 de agosto de 2017

Contribuciones a una Visión Climática para limitar el calentamiento global a 1.5C


Note for English speakers: An extended English version of this post will follow.


1. El acuerdo de París y la condición de contorno climática

En el Acuerdo de París, negociado durante  la COP21 en diciembre de 2015 y con entrada en vigor en Noviembre del 2016, los gobiernos del Planeta han acordado ‘mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2C sobre los niveles preindustriales, esforzándose en limitar su aumento a 1.5C’.


Aunque todavía queda mucho por conocer de los impactos climáticos incrementales al pasar de estabilizar el calentamiento global en 1.5C a hacerlo en 2C, sabemos suficiente como para tener muy clara la importancia de conseguir quedarnos en 1.5C: incremento 50%  en duración de olas de calor; incremento de hasta el 100% en reducción disponibilidad de agua en la cuenca mediterránea; incremento 43% en incremento intensidad precipitaciones fuertes; incremento 25% en incremento nivel del mar en 2100; incremento 41% en degradación irreversible de corales; incrementos de hasta un 100% en la reducción de la productividad de cultivos como trigo y maíz en regiones tropicales;… (Climate Analitics, 2016)

Es más, entre 1.5C y 2C pueden superarse algunos puntos de no retorno de mecanismos de realimentación con el potencial de producir impactos climáticos mucho más allí de los aspectos incrementales (como una subida del mar de 7 m por el deshielo irreversible de Groenlandia en torno a 1.6C).

A pesar de esto, el Acuerdo de París queda indefinido por lo que respecta al objetivo de calentamiento específico, con la interpretación dominante de limitar el calentamiento a 1.5C con un 50% de probabilidad, lo cual suena un poco como jugar a la ruleta rusa al aceptar un 50% de probabilidad de fallo tratándose de nuestro Planeta (un banco condiciona la decisión sobre una inversión a tener un mínimo de un 90% de probabilidad de exceder las expectativas…), pero dejando vía libre a los especuladores, que como la IEA (Agencia Internacional dela Energía) prefieren interpretarlo como un objetivo de 2C con un 66% de probabilidad manteniéndose fieles a su estrategia de buscar la forma de quemar hasta la última gota de combustible fósil posible.

Otra carencia muy importante del Acuerdo de París es la ausencia de un marco objetivo de referencia para establecer la equidad en el reparto de los esfuerzos de mitigación, los derechos y obligaciones en términos de soporte financiero para la mitigación, y el reparto de responsabilidades por las pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático (incluyendo los costes de adaptación) entre los distintos países. Sin este marco es prácticamente imposible articular el tipo de transición necesaria en el tiempo disponible.

Incluso habiendo firmado el Acuerdo de París, los actuales compromisos de mitigación (NDC) de los gobiernos del mundo se quedan muy lejos de ese 1.5C, conduciendo en el mejor de los casos a un calentamiento global de 3.2C con un 66% de probabilidad en 2100 (UNEP, 2016).
Y es que realmente, la ausencia de acción climática significativa hasta la fecha tiene consecuencias muy importantes, conduciéndonos a una situación de gran urgencia: La condición de contorno climática se traduce en un presupuesto de carbono (la cantidad de CO2 que podemos emitir para mantenernos dentro de un límite de calentamiento global); Con las tasas de emisión actuales (entorno 40 GtCO2/a), el presupuesto de carbono disponible en Mayo de 2017 para limitar el calentamiento global en 1.5C con un 50% de probabilidad se agotaría en tan solo 8 años, que se reducirían a unos 4 años si aumentáramos la probabilidad hasta un 66%.
  
Las implicaciones de la condición de contorno climática son enormes. Por ejemplo, a nivel de las reservas conocidas de combustibles fósiles, ya en 2016 era necesario que el 85% se quedaran bajo tierra para alinearnos con la condición de contorno de 1.5C a 50% de probabilidad, e incluso por lo que respecta a las reservas ya desarrolladas el 60% de las mismas debería quedarse sin extraer (Muttitt, 2016). Esto nos da una clara idea de la gran cantidad de activos varados incluso si hoy mismo se detuviera cualquier nueva inversión en combustibles fósiles: Aquellos que especularon con el bien común van a perder gran parte de sus inversiones, y como sociedad tendremos que manejar esta situación para que no siga siendo una barrera para la transición.


2. Transición para 1.5C: Viabilidad e implicaciones 


La transición necesaria para alinear nuestro sistema socio-económico con la condición de contorno climática requiere cambios estructurales profundos, especialmente en el actual contexto de urgencia.
Esto hace que las herramientas que habitualmente usamos para esbozar las posibles vías de evolución (IAM[1] y EEM[2]), mayoritariamente basadas en supuestos de evolución tendencial y algoritmos de minimización de costes (sin externalidades), e incapaces de capturar el efecto de los cambios estructurales, inunden las mesas de toma de decisiones con escenarios de evolución que presentan una fuerte dependencia de ‘falsas soluciones’ como la captura y almacenamiento de CO2 (CCS) o en general la geoingeniería, condicionando fuertemente la evolución que tomemos con el gran sesgo de no haber puesto encima de la mesa todas las opciones posibles.

Las denominamos ‘falsas soluciones’ porque:

  • ·       No están actualmente disponibles, hipotecando nuestro futuro a un condicional cuando hay otras opciones reales ya disponibles, y convirtiendo en letales las estrategias especulativas del estilo de ‘vamos a quemar la última gota de combustibles fósiles posible’, siempre amparadas por algoritmos de minimización de costes que se dejan fuera múltiples externalidades como la del coste del error en la previsión de la disponibilidad de estas ‘falsas soluciones’. Si tenemos la opción de dejar de quemar combustibles fósiles mañana, ¿Qué sentido tiene en el contexto de urgencia actual trazar una senda que prolongue 40 o 50 años su uso en base a una falsa minimización de costes? Realmente va a resultar muy difícil de explicar a la próxima generación que tendrá que afrontar los costes reales… La relajación en las opciones de mitigación reales en base a la hipotética disponibilidad futura de ‘falsas soluciones’, ante un error sobre la previsión de dicha disponibilidad o de su especulada eficacia, nos va a dejar colgados en un Planeta con un calentamiento significativamente más elevado, pues lo que podíamos haber evitado emitir ya lo emitimos.


  • ·        Pueden tener impactos ‘secundarios’ comparables al problema que pretenden resolver, y nuestra capacidad como sociedad para enderezar estos desaguisados planetarios es extremadamente limitada. Baste considerar que el cambio climático en sí es la primera experiencia de geoingeniería a escala planetaria en la que nos hemos embarcado (inyección masiva de GHG - Gases de Efecto Invernadero) en la atmósfera - y desde que en 1992 la comunidad internacional empezó a intentar resolverlo (creación de la UNFCCC), todavía hoy 25 años después no lo ha conseguido, conduciéndonos a una situación de urgencia extrema. Lo último que necesitamos son otros fuegos de urgencia en paralelo.


  • ·        En general, tanto por su dependencia a ciegas en la tecnología eximiéndonos de los cambios estructurales necesarios y alimentando la idea de que podemos seguir casi igual como hasta ahora, como por sus potenciales impactos ‘secundarios’, como por las repercusiones de un error en la previsión de su disponibilidad o eficacia, las ‘falsas soluciones’ reducen la resiliencia de los sistemas socio-económico-político-ambientales. Y si hay algo que realmente vamos a necesitar para navegar el futuro sea cual sea el calentamiento al que estabilicemos el Planeta (incluso con 1.5C los impactos son importantes y considerablemente superiores hasta lo que se había creído hasta hace poco), es resiliencia. Por tanto, las sendas de transición que articulemos deben ir enfocadas a reforzar la resiliencia y no a debilitarla.


Por tanto, es necesario explorar y documentar las otras alternativas de transición para añadirlas encima de las mesas de toma de decisiones y facilitar que nos alineemos cuanto antes en materializar una senda de transición adecuada.

Con este objetivo, a finales del 2016 realizamos para Greenpeace International (GPI) un análisis de transición para desarrollar una Visión Climática alineada con 1.5C (1.5C CV) (García-Casals X., 2016). Este análisis sigue por ahora siendo un documento interno de discusión de GPI, y por tanto lo que aquí exponemos no refleja necesariamente la opinión de GPI sino tan solo la del autor.
En primer lugar es preciso dar respuesta a la cuestión de si todavía es posible articular una transición que nos alinee con los 1.5C sin depender de ‘falsas soluciones’ cuando ponemos sobre la mesa todos los elementos disponibles para construir esta transición. La respuesta a esta cuestión no está clara y la pregunta ha pillado tanto a la sociedad civil como a las instituciones fuera de juego, en un impase en el que la mayoría de la evidencia documental proporcionada por los modelos climáticos apunta a que la respuesta es ‘no’, generando parálisis incluso entre el movimiento ecologista, con los distintos actores temerosos de dar un paso adelante y con fuerte inercia a despojarse de sus posiciones del pasado a pesar de que estas hayan quedado fuera de contexto, y con gobiernos e instituciones muy dispuestos a ‘pasar página’ y acelerar cuesta debajo de la mano de ‘falsas soluciones’, escudándose en la urgencia del momento para eludir responsabilidades y evitar echar una mirada consistente al futuro aprendiendo del pasado.

Incluso si la respuesta fuera ‘no’, necesitaríamos un análisis crítico de porqué se nos cerró la ventana de oportunidad cuando apenas hace 10 años era mucho más fácil articular la transición necesaria, para que esta auto-crítica nos permitiera crecer y evitar repetir exactamente los mismos errores en el proceso de planificación de la senda a seguir a partir de ahora. Repetir estos errores en el futuro sería incluso más crítico por el impacto tan negativo que tendría sobre la resiliencia de nuestros sistemas justo en el momento en que más la necesitaríamos para poder navegar el futuro con sus asociados impactos del cambio climático.

Si la respuesta fuera ‘si’, es necesario detenerse a analizar los requerimientos e implicaciones de este proceso de transición, porque evidentemente lo que no va a ser es fácil, por lo que no tenemos ninguna opción de encarrilarnos por la senda adecuada si carecemos de una clara consciencia y visión de hacia dónde y cómo tenemos que ir: hacer ‘cualquier cosa’, aunque suene como lo que habría que haber hecho hace 10-15 años, ya no vale, porque el reloj climático no se detuvo con nuestra inacción y le quedan ya pocos ‘tic-tac’ por delante. Y sobre todo hay que evitar que escudándose en la parálisis, urgencia y falta de información sobre la mesa, se eluda una vez más la responsabilidad de poder aprovechar la ventana de oportunidad que todavía tenemos para actuar, pues como comentábamos antes en apenas 4-8 años esta ventana ya habrá desaparecido del todo.

Los resultados del 1.5C CV apuntan a que la respuesta es ‘si’: Todavía podemos articular una transición global que nos alinee con la condición de contorno climática de 1.5C. Pero para ello es necesario realizar un planteamiento integral poniendo en juego de forma coordinada todas las teclas disponibles. En 1.5C CV se apuntan tres teclas principales a considerar: mitigación de CO2, emisiones naturales negativas (NNE) y cuñas del presupuesto de carbono (CBW). Quedaron ya atrás los tiempos en que tan solo una mitigación adecuada dentro del sector energético podía alinearnos con la condición de contorno climática: Ahora necesitamos una mitigación extrema en todos los sectores, apoyada por NNE y CBW a fin de mantener opciones de materializar la transición requerida. La buena noticia, es que los cambios estructurales y actuaciones necesarias para materializar esta transición, son de por sí aportaciones positivas a la sostenibilidad de nuestra evolución más allí de su efecto sobre el cambio climático.

El análisis de transición desarrollado en 1.5C CV busca superar las limitaciones de los modelos actuales basados en la minimización de costes, para dar una respuesta directa a qué transiciones son posibles teniendo en cuenta el efecto de cambios estructurales, proporcionando una visión de cuáles son sus requerimientos e implicaciones sectoriales, y todo ello con una metodología ágil que permita explorar el impacto de las transiciones sectoriales en la transición global. Para ello construye la transición global a partir de unos 70 componentes de transición sectorial, evaluando para cada uno de ellos la máxima tasa de transición que podríamos llegar a materializar. Partiendo de estas máximas tasas de transición construye 4 trayectorias de transición (A,B,C y D) que pretenden abarcar el rango de todas las opciones de materialización real de la transición, al mismo tiempo que obtener una medida de las implicaciones de retrasar o hacer más gradual la transición. Los parámetros para determinar estas 4 trayectorias de transición son el año de inicio de la transición (en 2017 o en 2020), y el cómo se despliega la máxima tasa de transición (instantáneamente o linealmente a lo largo de 10 años).

Los potenciales de despliegue de eficiencia e inteligencia para elaborar el 1.5C CV se han extraído del estudio E3.0 (García-Casals, 2011), pues éste constituye un detallado análisis sectorial de abajo a arriba que a diferencia de los análisis tendenciales habitualmente usados permite exprimir y afinar la estimación de los potenciales reales de eficiencia e inteligencia incorporando el efecto de cambios estructurales.

La Figure 1 muestra la evolución de las emisiones acumuladas en el conjunto del sector energético para las 4 transiciones desarrolladas en 1.5C CV, comparadas con las emisiones BAU y las emisiones del escenario Advanced Energy Revolution (ER+) de (DLR, 2015). Como podemos apreciar, el potencial de mejora respecto a escenarios alineados con los 2C a 66% como el ER+ es significativo, pero para materializarlo en su plenitud sería preciso iniciar YA la transición con su máxima tasa de cambio (transición-A), pues los retrasos y gradualidad en el despliegue de la máxima tasa de transición (transición-D) nos conducen a unas emisiones acumuladas del mismo orden que el ER+, lo cual es una medida directa del impacto de haber retrasado la transición efectiva hasta ahora (el ER+ es un escenario que iniciaba la transición en el 2012).




Figure 1: Evolución de las emisiones acumuladas a lo largo de las 4 transiciones del 1.5C CV comparadas con el BAU y con el escenario Advanced Energy Revolution (ER+). (García-Casals X., 2016)


La Figure 2 nos muestra los resultados finales del análisis de la transición global para el caso de la transición-D (la más lenta de las 4 trayectorias de transición consideradas). Hay varios elementos interesantes de observar en esta figura:

  • ·        Las emisiones positivas después de aplicar todo el potencial de la mitigación de CO2 en el caso de la transición-D (primera columna por la izquierda) son considerablemente superiores al presupuesto de carbono para 1.5C a 50% de probabilidad (segunda barra roja empezando por la derecha), por lo que la mitigación multisectorial de CO2 no es capaz por si sola de alinearnos con la condición de contorno climática en el caso de la transición-D.


  • ·        Al añadir el efecto de las NNE, las emisiones netas resultantes (tercera columna por la izquierda) ya quedan por debajo del presupuesto de carbono para 1.5C a 50% de probabilidad, aunque exceden el presupuesto de carbono para 1.5C a 66% de probabilidad.


  • ·        Si además consideramos el efecto de los CBW (mitigación de GHG distintos al CO2), vemos cómo las emisiones netas (tercera columna por la izquierda) quedan por debajo de los tres presupuestos de carbono presentados (tres columnas derechas) una vez corregidos por los CBW (total de columna roja + columna naranja + columna violeta).


Sin embargo, dadas las incertidumbres asociadas tanto a las NNE como a los CBW deberíamos en la medida de lo posible evitar depender fundamentalmente de estas herramientas en la transición, reservándolas como colchones de seguridad para aumentar la probabilidad de éxito en la estabilización climática, pero haciendo pivotar la esencia de la transición en desplegar una mitigación de CO2 tan agresiva como seamos capaces.



Figure 2: Emisiones acumuladas, NNE, emisiones netas y presupuestos de carbono modulados por los CBW para la transición-D. (García-Casals X., 2016)


Un elemento interesante de comentar son los requerimientos sobre el despliegue de renovables en el sector eléctrico para materializar las transiciones consideradas en 1.5C CV. Para ello nos parece adecuado describir este despliegue de renovables en términos per cápita a nivel global, pues comunica de forma directa los requerimientos de implicación individuales de la población en el proceso de transición. Las tasas de despliegue de renovables a nivel global han ido creciendo de forma continua a lo largo de los últimos años, hasta alcanzar valores del orden de 20 W/p-a. En aquellos países donde se ha potenciado el despliegue de las renovables se han llegado a alcanzar tasas pico del orden de los 180 W/p-a, aunque no se han mantenido más de un año. Pues bien, para materializar las transiciones de 1.5C CV sería preciso alcanzar tasas pico de despliegue de renovables del orden de 300 W/p-a, pudiendo incluso llegar a ser más elevadas en las transiciones más rápidas (A & B) si se quiere evitar adicionales inversiones varadas de combustibles fósiles en las primeras etapas de la transición. Estos elevados picos en las tasas de despliegue de renovables requeridas son una de las consecuencias del retraso en emprender una transición efectiva hasta ahora y de la necesidad actual de acometer en paralelo la transición en distintas partes del sector energético (electrificación de la demanda y descarbonización de la generación). Con todo, esos 300 W/p-a no parecen tan lejos de los 180 W/p-a ya demostrados, sobre todo teniendo en cuenta que hasta ahora no ha existido en ninguna parte del mundo un planteamiento y contexto de despliegue de renovables consistente con una transición real impulsada desde la sociedad. Sin embargo, la articulación de estas tasas de despliegue de renovables a nivel global requiere cambios estructurales afectando a la gobernanza e involucración social en el proceso de transición. Las instituciones y corporaciones no serán las que lideren esta senda de transición ni su financiación. La articulación de mecanismos de financiación social será fundamental para desatar todo el potencial de cambio disponible. 

La materialización de estos potenciales de transición que conducen a un ‘si podemos’ requiere articular cambios estructurales afectando al sistema energético, económico y político, proporcionando gobernanza a los mismos y agregando de forma justa e inteligente la aportación de toda la población. Un elemento fundamental para permitir la entrada en escena de estos cambios estructurales son las consideraciones de reparto justo/equitativo de las contribuciones a la transición. Actualmente hay 4 regiones del mundo (OECD Norte América, OECD Europa, Europar del Este-Eurasia y OECD Asia-Oceanía) que ya han excedido con creces su porción justa del presupuesto global de carbono disponible, mientras las otras 6 regiones (África, India, Latinoamérica, Oriente Medio, China y el resto de Asia) todavía no. Sin embargo, si las 6 regiones que todavía no han utilizado su porción justa del presupuesto de carbono la usan sin más, las emisiones acumuladas resultantes desde 2016 serán más del doble del presupuesto de carbono disponible para 1.5C a 50%, por lo que resulta imprescindible articular mecanismos efectivos de compensación desde las regiones del mundo que ya han excedido su parte justa hacia las que no lo han hecho. Y a día de hoy brilla por su ausencia el avance en esta dirección (el borrador original de propuesta de Acuerdo de París incluía estas consideraciones, pero los ‘lideres’ políticos las eliminaron en la versión finalmente firmada), tanto a nivel institucional como de la sociedad civil. Ya va siendo hora de mirar directamente a los problemas y arremangarse para generar soluciones, ¿no?


3. Referencias

Muttitt G.,  The Sky’s Limit, Oil Change International, 9/2016
Climate Analytics, Briefing Note on “Differential climate impacts for policy relevant limits to global warming: The case of 1.5°C and 2°C”, 1/2016

UNEP, The Emissions Gap Report 2016, 11/2016

García-Casals X., ‘1.5C Climate Vision analysis’, Greenpeace International (documento trabajo interno), 11/2016

García-Casals X., ‘Energía 3.0’, Greenpeace España, 2011

DLR, Energy [r]evolution, Greenpeace, GWEC, Solar Power Europe, 9/2015



[1] Integrated Assessment Models
[2] Energy-Economy Models
[3] Gases de efecto invernadero