Note for English speakers: An extended English version of this post will follow.
1. El acuerdo de París y la
condición de contorno climática
En el Acuerdo de París, negociado durante la COP21 en diciembre de 2015 y con entrada
en vigor en Noviembre del 2016, los gobiernos del Planeta han acordado ‘mantener el aumento de la temperatura media
mundial muy por debajo de 2C sobre los niveles preindustriales, esforzándose en
limitar su aumento a 1.5C’.
Aunque todavía queda mucho por conocer
de los impactos climáticos incrementales al pasar de estabilizar el
calentamiento global en 1.5C a hacerlo en 2C, sabemos suficiente como para
tener muy clara la importancia de conseguir quedarnos en 1.5C: incremento 50% en duración de olas de calor; incremento de
hasta el 100% en reducción disponibilidad de agua en la cuenca mediterránea;
incremento 43% en incremento intensidad precipitaciones fuertes; incremento 25%
en incremento nivel del mar en 2100; incremento 41% en degradación irreversible
de corales; incrementos de hasta un 100% en la reducción de la productividad de
cultivos como trigo y maíz en regiones tropicales;… (Climate Analitics, 2016)
Es más, entre 1.5C y 2C pueden
superarse algunos puntos de no retorno de mecanismos de realimentación con el
potencial de producir impactos climáticos mucho más allí de los aspectos
incrementales (como una subida del mar de 7 m por el deshielo irreversible de
Groenlandia en torno a 1.6C).
A pesar de esto, el Acuerdo de París
queda indefinido por lo que respecta al objetivo de calentamiento específico,
con la interpretación dominante de limitar el calentamiento a 1.5C con un 50%
de probabilidad, lo cual suena un poco como jugar a la ruleta rusa al aceptar
un 50% de probabilidad de fallo tratándose de nuestro Planeta (un banco
condiciona la decisión sobre una inversión a tener un mínimo de un 90% de
probabilidad de exceder las expectativas…), pero dejando vía libre a los
especuladores, que como la IEA (Agencia Internacional dela Energía) prefieren interpretarlo como un objetivo de 2C con un 66% de probabilidad
manteniéndose fieles a su estrategia de buscar la forma de quemar hasta la
última gota de combustible fósil posible.
Otra carencia muy importante del
Acuerdo de París es la ausencia de un marco objetivo de referencia para
establecer la equidad en el reparto de los esfuerzos de mitigación, los
derechos y obligaciones en términos de soporte financiero para la mitigación, y
el reparto de responsabilidades por las pérdidas y daños ocasionados por el
cambio climático (incluyendo los costes de adaptación) entre los distintos
países. Sin este marco es prácticamente imposible articular el tipo de
transición necesaria en el tiempo disponible.
Incluso habiendo firmado el Acuerdo de
París, los actuales compromisos de mitigación (NDC) de los gobiernos del mundo
se quedan muy lejos de ese 1.5C, conduciendo en el mejor de los casos a un
calentamiento global de 3.2C con un 66% de probabilidad en 2100 (UNEP, 2016).
Y es que realmente, la ausencia de acción
climática significativa hasta la fecha tiene consecuencias muy importantes,
conduciéndonos a una situación de gran urgencia: La condición de contorno
climática se traduce en un presupuesto de carbono (la cantidad de CO2
que podemos emitir para mantenernos dentro de un límite de calentamiento
global); Con las tasas de emisión actuales (entorno 40 GtCO2/a), el
presupuesto de carbono disponible en Mayo de 2017 para limitar el calentamiento
global en 1.5C con un 50% de probabilidad se agotaría en tan solo 8 años, que
se reducirían a unos 4 años si aumentáramos la probabilidad hasta un 66%.
Las implicaciones de la condición de contorno climática son enormes. Por
ejemplo, a nivel de las reservas conocidas de combustibles fósiles, ya en 2016
era necesario que el 85% se quedaran bajo tierra para alinearnos con la
condición de contorno de 1.5C a 50% de probabilidad, e incluso por lo que
respecta a las reservas ya desarrolladas el 60% de las mismas debería quedarse
sin extraer (Muttitt,
2016). Esto nos da una clara idea de la gran cantidad de activos varados
incluso si hoy mismo se detuviera cualquier nueva inversión en combustibles
fósiles: Aquellos que especularon con el bien común van a perder gran parte de
sus inversiones, y como sociedad tendremos que manejar esta situación para que
no siga siendo una barrera para la transición.
2. Transición para 1.5C: Viabilidad e implicaciones
La transición necesaria para alinear
nuestro sistema socio-económico con la condición de contorno climática requiere
cambios estructurales profundos, especialmente en el actual contexto de
urgencia.
Esto hace que las herramientas que
habitualmente usamos para esbozar las posibles vías de evolución (IAM y
EEM),
mayoritariamente basadas en supuestos de evolución tendencial y algoritmos de
minimización de costes (sin externalidades), e incapaces de capturar el efecto
de los cambios estructurales, inunden las mesas de toma de decisiones con
escenarios de evolución que presentan una fuerte dependencia de ‘falsas
soluciones’ como la captura y almacenamiento de CO2 (CCS) o en
general la geoingeniería, condicionando fuertemente la evolución que tomemos
con el gran sesgo de no haber puesto encima de la mesa todas las opciones
posibles.
Las denominamos ‘falsas soluciones’
porque:
- · No están actualmente disponibles, hipotecando nuestro
futuro a un condicional cuando hay otras opciones reales ya disponibles, y
convirtiendo en letales las estrategias especulativas del estilo de ‘vamos a
quemar la última gota de combustibles fósiles posible’, siempre amparadas por
algoritmos de minimización de costes que se dejan fuera múltiples
externalidades como la del coste del error en la previsión de la disponibilidad
de estas ‘falsas soluciones’. Si tenemos la opción de dejar de quemar
combustibles fósiles mañana, ¿Qué sentido tiene en el contexto de urgencia
actual trazar una senda que prolongue 40 o 50 años su uso en base a una falsa
minimización de costes? Realmente va a resultar muy difícil de explicar a la
próxima generación que tendrá que afrontar los costes reales… La relajación en
las opciones de mitigación reales en base a la hipotética disponibilidad futura
de ‘falsas soluciones’, ante un error sobre la previsión de dicha
disponibilidad o de su especulada eficacia, nos va a dejar colgados en un
Planeta con un calentamiento significativamente más elevado, pues lo que
podíamos haber evitado emitir ya lo emitimos.
- · Pueden tener impactos ‘secundarios’ comparables al
problema que pretenden resolver, y nuestra capacidad como sociedad para
enderezar estos desaguisados planetarios es extremadamente limitada. Baste
considerar que el cambio climático en sí es la primera experiencia de
geoingeniería a escala planetaria en la que nos hemos embarcado (inyección
masiva de GHG - Gases de Efecto Invernadero) en la atmósfera - y desde que en 1992 la comunidad internacional empezó a
intentar resolverlo (creación de la UNFCCC), todavía hoy 25 años después no lo
ha conseguido, conduciéndonos a una situación de urgencia extrema. Lo último
que necesitamos son otros fuegos de urgencia en paralelo.
- ·
En general, tanto por su dependencia a ciegas en la
tecnología eximiéndonos de los cambios estructurales necesarios y alimentando
la idea de que podemos seguir casi igual como hasta ahora, como por sus
potenciales impactos ‘secundarios’, como por las repercusiones de un error en
la previsión de su disponibilidad o eficacia, las ‘falsas soluciones’ reducen
la resiliencia de los sistemas socio-económico-político-ambientales. Y si hay
algo que realmente vamos a necesitar para navegar el futuro sea cual sea el
calentamiento al que estabilicemos el Planeta (incluso con 1.5C los impactos
son importantes y considerablemente superiores hasta lo que se había creído
hasta hace poco), es resiliencia. Por tanto, las sendas de transición que articulemos
deben ir enfocadas a reforzar la resiliencia y no a debilitarla.
Por tanto, es
necesario explorar y documentar las otras alternativas de transición para
añadirlas encima de las mesas de toma de decisiones y facilitar que nos
alineemos cuanto antes en materializar una senda de transición adecuada.
Con este
objetivo, a finales del 2016 realizamos para Greenpeace International (GPI) un
análisis de transición para desarrollar una Visión Climática alineada con 1.5C
(1.5C CV) (García-Casals X., 2016). Este análisis sigue por ahora siendo un
documento interno de discusión de GPI, y por tanto lo que aquí exponemos no
refleja necesariamente la opinión de GPI sino tan solo la del autor.
En primer lugar
es preciso dar respuesta a la cuestión de si todavía es posible articular una
transición que nos alinee con los 1.5C sin depender de ‘falsas soluciones’
cuando ponemos sobre la mesa todos los elementos disponibles para construir
esta transición. La respuesta a esta cuestión no está clara y la pregunta ha
pillado tanto a la sociedad civil como a las instituciones fuera de juego, en
un impase en el que la mayoría de la evidencia documental proporcionada por los
modelos climáticos apunta a que la respuesta es ‘no’, generando parálisis
incluso entre el movimiento ecologista, con los distintos actores temerosos de
dar un paso adelante y con fuerte inercia a despojarse de sus posiciones del
pasado a pesar de que estas hayan quedado fuera de contexto, y con gobiernos e
instituciones muy dispuestos a ‘pasar página’ y acelerar cuesta debajo de la
mano de ‘falsas soluciones’, escudándose en la urgencia del momento para eludir
responsabilidades y evitar echar una mirada consistente al futuro aprendiendo
del pasado.
Incluso si la
respuesta fuera ‘no’, necesitaríamos un análisis crítico de porqué se nos cerró
la ventana de oportunidad cuando apenas hace 10 años era mucho más fácil
articular la transición necesaria, para que esta auto-crítica nos permitiera
crecer y evitar repetir exactamente los mismos errores en el proceso de
planificación de la senda a seguir a partir de ahora. Repetir estos errores en
el futuro sería incluso más crítico por el impacto tan negativo que tendría
sobre la resiliencia de nuestros sistemas justo en el momento en que más la
necesitaríamos para poder navegar el futuro con sus asociados impactos del
cambio climático.
Si la respuesta
fuera ‘si’, es necesario detenerse a analizar los requerimientos e
implicaciones de este proceso de transición, porque evidentemente lo que no va
a ser es fácil, por lo que no tenemos ninguna opción de encarrilarnos por la
senda adecuada si carecemos de una clara consciencia y visión de hacia dónde y
cómo tenemos que ir: hacer ‘cualquier cosa’, aunque suene como lo que habría
que haber hecho hace 10-15 años, ya no vale, porque el reloj climático no se
detuvo con nuestra inacción y le quedan ya pocos ‘tic-tac’ por delante. Y sobre
todo hay que evitar que escudándose en la parálisis, urgencia y falta de
información sobre la mesa, se eluda una vez más la responsabilidad de poder
aprovechar la ventana de oportunidad que todavía tenemos para actuar, pues como
comentábamos antes en apenas 4-8 años esta ventana ya habrá desaparecido del
todo.
Los resultados
del 1.5C CV apuntan a que la respuesta es ‘si’: Todavía podemos articular una
transición global que nos alinee con la condición de contorno climática de
1.5C. Pero para ello es necesario realizar un planteamiento integral poniendo
en juego de forma coordinada todas las teclas disponibles. En 1.5C CV se
apuntan tres teclas principales a considerar: mitigación de CO2,
emisiones naturales negativas (NNE) y cuñas del presupuesto de carbono (CBW).
Quedaron ya atrás los tiempos en que tan solo una mitigación adecuada dentro
del sector energético podía alinearnos con la condición de contorno climática:
Ahora necesitamos una mitigación extrema en todos los sectores, apoyada por NNE
y CBW a fin de mantener opciones de materializar la transición requerida. La
buena noticia, es que los cambios estructurales y actuaciones necesarias para materializar
esta transición, son de por sí aportaciones positivas a la sostenibilidad de
nuestra evolución más allí de su efecto sobre el cambio climático.
El análisis de
transición desarrollado en 1.5C CV busca superar las limitaciones de los
modelos actuales basados en la minimización de costes, para dar una respuesta
directa a qué transiciones son posibles teniendo en cuenta el efecto de cambios
estructurales, proporcionando una visión de cuáles son sus requerimientos e
implicaciones sectoriales, y todo ello con una metodología ágil que permita
explorar el impacto de las transiciones sectoriales en la transición global.
Para ello construye la transición global a partir de unos 70 componentes de
transición sectorial, evaluando para cada uno de ellos la máxima tasa de
transición que podríamos llegar a materializar. Partiendo de estas máximas
tasas de transición construye 4 trayectorias de transición (A,B,C y D) que
pretenden abarcar el rango de todas las opciones de materialización real de la
transición, al mismo tiempo que obtener una medida de las implicaciones de
retrasar o hacer más gradual la transición. Los parámetros para determinar
estas 4 trayectorias de transición son el año de inicio de la transición (en
2017 o en 2020), y el cómo se despliega la máxima tasa de transición
(instantáneamente o linealmente a lo largo de 10 años).
Los potenciales
de despliegue de eficiencia e inteligencia para elaborar el 1.5C CV se han
extraído del estudio E3.0 (García-Casals, 2011), pues éste constituye un
detallado análisis sectorial de abajo a arriba que a diferencia de los análisis
tendenciales habitualmente usados permite exprimir y afinar la estimación de
los potenciales reales de eficiencia e inteligencia incorporando el efecto de
cambios estructurales.
La Figure
1 muestra la evolución de las emisiones acumuladas en el conjunto del
sector energético para las 4 transiciones desarrolladas en 1.5C CV, comparadas
con las emisiones BAU y las emisiones del escenario Advanced Energy Revolution
(ER+) de (DLR, 2015). Como podemos apreciar, el potencial de mejora respecto a
escenarios alineados con los 2C a 66% como el ER+ es significativo, pero para
materializarlo en su plenitud sería preciso iniciar YA la transición con su
máxima tasa de cambio (transición-A), pues los retrasos y gradualidad en el
despliegue de la máxima tasa de transición (transición-D) nos conducen a unas
emisiones acumuladas del mismo orden que el ER+, lo cual es una medida directa
del impacto de haber retrasado la transición efectiva hasta ahora (el ER+ es un
escenario que iniciaba la transición en el 2012).
Figure 1: Evolución de las emisiones acumuladas a lo largo de las 4 transiciones del 1.5C CV comparadas con el BAU y con el escenario Advanced Energy Revolution (ER+). (García-Casals X., 2016)
La Figure 2 nos muestra los resultados finales del
análisis de la transición global para el caso de la transición-D (la más lenta
de las 4 trayectorias de transición consideradas). Hay varios elementos
interesantes de observar en esta figura:
- ·
Las
emisiones positivas después de aplicar todo el potencial de la mitigación de CO2
en el caso de la transición-D (primera columna por la izquierda) son
considerablemente superiores al presupuesto de carbono para 1.5C a 50% de
probabilidad (segunda barra roja empezando por la derecha), por lo que la
mitigación multisectorial de CO2 no es capaz por si sola de
alinearnos con la condición de contorno climática en el caso de la
transición-D.
- ·
Al
añadir el efecto de las NNE, las emisiones netas resultantes (tercera columna
por la izquierda) ya quedan por debajo del presupuesto de carbono para 1.5C a
50% de probabilidad, aunque exceden el presupuesto de carbono para 1.5C a 66%
de probabilidad.
- ·
Si
además consideramos el efecto de los CBW (mitigación de GHG distintos al CO2),
vemos cómo las emisiones netas (tercera columna por la izquierda) quedan por
debajo de los tres presupuestos de carbono presentados (tres columnas derechas)
una vez corregidos por los CBW (total de columna roja + columna naranja +
columna violeta).
Sin embargo, dadas las incertidumbres asociadas tanto a las NNE como a
los CBW deberíamos en la medida de lo posible evitar depender fundamentalmente
de estas herramientas en la transición, reservándolas como colchones de
seguridad para aumentar la probabilidad de éxito en la estabilización
climática, pero haciendo pivotar la esencia de la transición en desplegar una
mitigación de CO2 tan agresiva como seamos capaces.
Figure 2: Emisiones acumuladas, NNE, emisiones netas y presupuestos de carbono modulados por los CBW para la transición-D. (García-Casals X., 2016)
Un elemento
interesante de comentar son los requerimientos sobre el despliegue de
renovables en el sector eléctrico para materializar las transiciones
consideradas en 1.5C CV. Para ello nos parece adecuado describir este
despliegue de renovables en términos per cápita a nivel global, pues comunica
de forma directa los requerimientos de implicación individuales de la población
en el proceso de transición. Las tasas de despliegue de renovables a nivel
global han ido creciendo de forma continua a lo largo de los últimos años,
hasta alcanzar valores del orden de 20 W/p-a. En aquellos países donde se ha
potenciado el despliegue de las renovables se han llegado a alcanzar tasas pico
del orden de los 180 W/p-a, aunque no se han mantenido más de un año. Pues
bien, para materializar las transiciones de 1.5C CV sería preciso alcanzar
tasas pico de despliegue de renovables del orden de 300 W/p-a, pudiendo incluso
llegar a ser más elevadas en las transiciones más rápidas (A & B) si se
quiere evitar adicionales inversiones varadas de combustibles fósiles en las
primeras etapas de la transición. Estos elevados picos en las tasas de
despliegue de renovables requeridas son una de las consecuencias del retraso en
emprender una transición efectiva hasta ahora y de la necesidad actual de
acometer en paralelo la transición en distintas partes del sector energético
(electrificación de la demanda y descarbonización de la generación). Con todo,
esos 300 W/p-a no parecen tan lejos de los 180 W/p-a ya demostrados, sobre todo
teniendo en cuenta que hasta ahora no ha existido en ninguna parte del mundo un
planteamiento y contexto de despliegue de renovables consistente con una
transición real impulsada desde la sociedad. Sin embargo, la articulación de
estas tasas de despliegue de renovables a
nivel global requiere cambios estructurales afectando a la gobernanza e
involucración social en el proceso de transición. Las instituciones y
corporaciones no serán las que lideren esta senda de transición ni su
financiación. La articulación de mecanismos de financiación social será
fundamental para desatar todo el potencial de cambio disponible.
La materialización de estos potenciales de transición que conducen a un
‘si podemos’ requiere articular cambios estructurales afectando al sistema
energético, económico y político, proporcionando gobernanza a los mismos y
agregando de forma justa e inteligente la aportación de toda la población. Un
elemento fundamental para permitir la entrada en escena de estos cambios
estructurales son las consideraciones de reparto justo/equitativo de las
contribuciones a la transición. Actualmente hay 4 regiones del mundo (OECD
Norte América, OECD Europa, Europar del Este-Eurasia y OECD Asia-Oceanía) que
ya han excedido con creces su porción justa del presupuesto global de carbono
disponible, mientras las otras 6 regiones (África, India, Latinoamérica,
Oriente Medio, China y el resto de Asia) todavía no. Sin embargo, si las 6
regiones que todavía no han utilizado su porción justa del presupuesto de
carbono la usan sin más, las emisiones acumuladas resultantes desde 2016 serán
más del doble del presupuesto de carbono disponible para 1.5C a 50%, por lo que
resulta imprescindible articular mecanismos efectivos de compensación desde las
regiones del mundo que ya han excedido su parte justa hacia las que no lo han
hecho. Y a día de hoy brilla por su ausencia el avance en esta dirección (el
borrador original de propuesta de Acuerdo de París incluía estas consideraciones,
pero los ‘lideres’ políticos las eliminaron en la versión finalmente firmada),
tanto a nivel institucional como de la sociedad civil. Ya va siendo hora de
mirar directamente a los problemas y arremangarse para generar soluciones, ¿no?
3. Referencias
Muttitt G., The
Sky’s Limit, Oil Change International, 9/2016
Climate Analytics, Briefing Note on “Differential
climate impacts for policy relevant limits to global warming: The case of 1.5°C
and 2°C”, 1/2016
UNEP, The Emissions Gap Report 2016, 11/2016
García-Casals X., ‘1.5C Climate Vision analysis’,
Greenpeace International (documento trabajo interno), 11/2016
García-Casals X., ‘Energía 3.0’, Greenpeace España, 2011
DLR, Energy [r]evolution, Greenpeace, GWEC, Solar
Power Europe, 9/2015