En este 2014 se cumplirán 290 años desde que en 1724 Daniel
Gabriel Fahrenheit estableciera la escala de temperaturas que todavía hoy lleva
su nombre, e iniciara la producción de termómetros precisos de mercurio,
marcando de alguna forma lo que podríamos entender como el inicio de la era
instrumental en la medida de temperaturas (si bien existen referencias
anteriores de diversas aproximaciones para caracterizar el estado térmico de la
materia). La escala Fahrenheit sigue todavía hoy siendo la escala oficial de
temperaturas en EEUU y algunos otros países. En 1742, 18 años después, Anders
Celsius propuso la predecesora de la actual escala de temperaturas Celsius, que
es en la actualidad la escala de temperaturas empleada en la mayoría de países.
El termómetro y la proliferación de la medida de temperatura
por el Planeta han tenido una gran importancia en la detección y consenso sobre
el cambio climático de origen antropogénico que estamos desencadenando en las
últimas décadas. En efecto, el termómetro ha constituido la ‘prueba del
algodón’ para establecer estas conclusiones, al mismo tiempo que ha permitido
el calibrado de los modelos climáticos para reforzar su capacidad y fiabilidad
de reproducir cómo se puede desplegar el futuro bajo distintos escenarios.
La elevada inercia del sistema climático (debida
principalmente a inercia térmica del océano, el tiempo requerido por las placas
de hielo para responder al calentamiento global y el largo tiempo de
permanencia del CO2 procedente de la combustión fósil en atmósfera, océano y
biosfera), dificultan la percepción en la escala temporal humana del cambio
climático de origen antropogénico y sus consecuencias, pues la gran mayoría de los efectos de las
emisiones ya liberadas a la atmósfera tardará muchos años en manifestarse.
Por tanto, el disponer de la capacidad de medir con
suficiente precisión la evolución de la temperatura media superficial ha
constituido uno de los elementos fundamentales para alcanzar consenso sobre el
hecho de que la actividad del hombre está ocasionando un cambio climático de
elevada magnitud.
Este registro instrumental de temperaturas, nos ha permitido
por un lado constatar la elevada tasa de crecimiento de la temperatura media
superficial a lo largo de las últimas décadas (Figura-1), que es lo que se ha
dado en denominar el gráfico del ‘hockey
stick’ por el parecido con un palo de hockey, lo cual se evidencia todavía más
al incorporar la representación de estimaciones de temperatura en periodos
anteriores a la existencia del termómetro (Figura-2), obtenidas mediante
proxies con otras variables como el ancho de anillos de árboles, medidas de
temperatura en pozos, y medidas de concentraciones relativas de isótopos de
oxígeno en muestras de perforaciones en placas de hielo o sedimentos marinos.
Estas estimaciones indirectas de la temperatura a partir de la medida de otras
variables (proxy), tienen una incertidumbre muy superior a las medidas directas
mediante termómetro, pero nos permiten hacernos una idea de la evolución del
clima más allí de la época en que el termómetro empezó a estar asequible
(paleoclimatología).
Figura-1: Evolución de las medidas de temperatura desde
1850, en la base de datos de medidas disponible. Notar la falta de cobertura en
los polos y en África. a) Anomalía de temperatura respecto al promedio en 1961
– 1990; b) Cambio de temperatura entre 1901 y 2012. Referencia: AR5 del IPCC: WG-I, Climate Change2013: The Physical Science Basis, Summary for Policy Makers, 9/2013.
Figura-2: Evolución de la temperatura media superficial,
complementando las medidas instrumentales (termómetros) disponibles desde
mediados del S.XIX con medidas indirectas obtenidas por distintos métodos.
Anomalías de temperatura respecto al promedio den el periodo 1881 – 1980. Referencia:
AR5 del IPCC: WG-I, Climate Change 2013: The Physical Science Basis, 9/2013
Dado que el parámetro comúnmente más empleado para
caracterizar la evolución del sistema climático es la temperatura media
superficial, además de disponer del termómetro, es preciso extender su uso al
conjunto de la superficie de la tierra para poder sacar un promedio
representativo del conjunto del Planeta. Por este motivo, el registro de medida
instrumental de la temperatura media superficial del planeta no se extiende
estos 290 años transcurridos desde que disponemos del termómetro moderno, sino a
lo largo de los últimos 170 años. La base de datos de medidas de temperatura
actualmente disponible es muy amplia, y cubre ya una gran proporción de la
superficie del Planeta, pero todavía hay regiones que no disponen de
suficientes medidas, lo cual puede afectar a la caracterización de la
temperatura media del Planeta que obtenemos a partir de las estaciones de
medida disponibles.
De hecho, un artículo del 10/2013 (Coverage bias in theHadCRUT4 temperature record (Kevin Cowtan and Robert Way)) apunta al hecho
de que la temperatura media superficial ha crecido más en los últimos años de
lo que indican los datos correspondientes a las bases de datos de medidas
disponibles, como consecuencia de que las bases de datos de medidas de
temperatura disponibles (específicamente la HadCRUT4) no cubren el total de la
superficie terrestre (en concreto cubren el 84%), y las regiones sin medidas no
se encuentran uniformemente distribuidas por el Planeta, sino que se concentran
en los polos y África (Figura-1).
Corrigiendo la base de datos con un método híbrido que se
apoya en la información satelital disponible para complementar las medidas en
superficie disponibles, Cowan & Way llegan a la conclusión de que la tasa
de cambio de temperatura desde 1997 es 2.5 ves superior a la que se deriva al
emplear exclusivamente la base de datos de medidas en tierra disponibles
(Figura-3).
Figura-3: Incremento de la tasa de crecimiento de la
temperatura media superficial durante las últimas dos décadas al corregir la
base de datos de las medidas de temperatura disponibles con información de
temperaturas obtenida a partir de medidas realizadas por satélites. Referencia: (Coverage bias in the
HadCRUT4 temperature record (Kevin Cowtan and Robert Way): (http://skepticalscience.com/open_access_cw2013_update.html))
La medida de temperaturas para caracterizar la evolución de
la temperatura media superficial nos muestra cómo a lo largo de las últimas
décadas se ha producido un rápido incremento de esta temperatura media
(Figura-1), pero si bien esta elevada tasa de crecimiento es sospechosa, pero
no permite por sí misma concluir el origen antropogénico de este cambio del
sistema climático.
Lo que en una analogía ’policíaca’ o ‘western’ se ha dado en
llamar la ‘smoking gun’ del cambio climático, es decir, la prueba de la autoría
antropogénica del ‘crimen’ climático, es la comparación de este registro de
temperaturas con las previsiones que proporcionan los modelos climáticos de
cómo hubiera tenido que evolucionar la temperatura media superficial a lo largo
de las últimas décadas al incluir u
omitir los forzamientos climáticos de origen antropogénico como entradas en los
modelos climáticos. La Figura-4 procedente del AR5 del IPCC muestra una de las
versiones más actualizadas de esta ‘smoking gun’, tanto a nivel global como
para distintas regiones del Planeta.
La línea negra en los gráficos de la Figura-4 representa los
resultados de la evolución de la temperatura media procedente de la base de
datos de medida de temperatura (HadCRUT4), mientras que la línea roja (junto a
su banda de incertidumbre definida por la región sombreada naranja) muestran
los resultados que arrojan los modelos climáticos al simular la evolución del
sistema climático sometido al conjunto de forzamientos (tanto los naturales
como los de origen antropogénico) experimentados por el sistema climático en
este periodo histórico.
Como podemos observar, los resultados de los modelos
aproximan bien la evolución real de las temperaturas caracterizadas por las
medidas en la red de estaciones distribuida por el Planeta, capturando correctamente
ese incremento de temperatura que se manifiesta de forma más contundente a
partir de 1960 – 1970.
Esta concordancia entre los resultados de los modelos
climáticos al excitarlos con los forzamientos climáticos históricos y las medidas
de temperatura en este periodo, es lo que proporciona confidencia para emplear
los modelos climáticos con el fin de pronosticar la evolución futura del
sistema climático bajo distintos escenarios de forzamiento (asociado a
distintos escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero), y constituye
otra aportación muy importante del termómetro.
En efecto, el termómetro nos ha permitido realizar este ‘calibrado’
de los modelos climáticos con la evolución real del sistema climático en el
periodo durante el cual disponemos de medidas, proporcionándonos seguridad sobre
nuestra capacidad de predecir la evolución futura del clima bajo distintos
contextos de inferencia antropogénica, lo cual es la base necesaria para
fundamentar las decisiones de cómo debemos modificar nuestra interacción con el
sistema climático a fin de garantizar que evitemos desencadenar cambios
climáticos con repercusiones negativas sobre la sociedad humana y sobre el
resto de habitantes del Planeta.
La línea azul (historicalNat) en los gráficos de la Figura-4,
recoge los resultados de los modelos climáticos al excitarlos con los
forzamientos climáticos de origen natural (variaciones de la irradiación solar,
erupciones volcánicas,…) que han tenido lugar a lo largo del periodo histórico
durante el cual disponemos de medidas de temperatura. Por tanto, los
forzamientos empleados sobre el sistema climático en estas simulaciones,
excluyen los correspondientes a la actividad antropogénica, y son los que
habría habido en el planeta Tierra si la especie humana no estuviera presente,
de tal forma que los resultados de los modelos climáticos reproducen en este
caso cómo hubiera tenido que evolucionar el sistema climático si la especie
humana no hubiera andado por aquí este último siglo y medio.
Como podemos observar en la Figura-4, los resultados que arrojan los
modelos climáticos para la evolución del sistema climático en una Tierra sin
especie humana durante el último siglo y medio divergen de las medidas de temperatura
durante este periodo de tiempo, especialmente a partir de 1960 – 1970, así como
de los resultados de las simulaciones con esos mismos modelos climáticos al
incorporar el forzamiento climático de origen antropogénico (línea roja): Esto
constituye la ‘smoking gun’, o prueba definitiva de que el cambio climático que
ya estamos viéndose manifestar a lo largo de las últimas décadas tiene su
origen en la actividad de la especie humana (emisiones de gases de efecto
invernadero), y que la tasa de cambio que estamos implementando es muy superior
a lo que hubiera correspondido a la evolución ‘natural’ del sistema climático.
A pesar de lo contundentes que son los resultados de la
Figura-4, debemos tener presente que lo que estamos midiendo como manifestación
del cambio climático en esta figura (variación de la temperatura media
superficial), es tan solo una pequeña parte (del orden del 10%) del
desequilibrio que ya hemos introducido en el sistema climático, pues la mayor
parte del desequilibrio climático de origen antropogénico ha sido temporalmente
absorbido por la elevada inercia del sistema climático (especialmente los
océanos), de tal forma que sus consecuencias se irán materializando a lo largo de
los próximos siglos (aunque dejáramos de emitir gases de efecto invernadero de
forma radical).
Figura-4: Comparativa entre las medidas de la temperatura
media superficial entre 1870 y 2012 (HadCRUT4; curva negra), y las previsiones
de los modelos climáticos para este mismo periodo de tiempo al incorporar el
forzamiento climático de origen antropogénico (historical; curva roja), y al
considerar tan solo los forzamientos naturales, es decir, sin tener en cuenta
el forzamiento de origen antropogénico (historicalNat; curva azul). Las tres
figuras de la fila superior muestran los
valores globales (total, tierra y océano). Las seis figuras de la segunda y
tercera filas muestran los valores para 6 regiones distintas del Planeta. La
última figura muestra los valores para la región Antártica. Las temperaturas se
muestran como anomalías respecto al valor medio del periodo 1880 – 1919 para
todas las figuras, excepto para la última correspondiente a la región
Antártica, en que se muestra la anomalía respecto al periodo 1950 – 2010. Las líneas rojas y azul muestran
los valores medios de los resultados obtenidos con los distintos modelos
climáticos empleados en los CMIP3 y CMIP5 (CMIP = Coupled Model Intercomparison
Project), y se encuentran rodeados respectivamente por unas bandas (naranja
para la línea roja y azul para la línea azul) que muestran la incertidumbre
(rango de probabilidad entre el 5% y el 95%) estimada a partir de la población
de resultados definida por los distintos modelos climáticos. Referencia: AR5
del IPCC: WG-I, Climate Change 2013: The Physical Science Basis, Summary for
Policy Makers, 9/2013.
Ya en 1992, durante la Convención marco sobre Cambio
Climático, se produjo de forma oficial el reconocimiento internacional por
parte de la mayoría de países de que la combustión de los recursos fósiles
significaba una grave amenaza para el sistema climático. Han pasado ya 22 años
y la sociedad todavía no ha sido capaz de elegir gestores políticos con
capacidad de articular estrategias que permitan resolver el problema: Lejos de
esto, el problema ha ido empeorando de forma muy significativa con el tiempo,
haciendo cada vez más complejo el abordar su solución: En efecto, la estabilización del sistema
climático hubiera requerido reducciones de las emisiones del 2.1%/año si se
hubieran iniciado inmediatamente después del reconocimiento oficial de esta
realidad (en 1995), reducciones de las emisiones del 3.5%/año si se hubieran
iniciado 10 años después (en 2005), y reducciones de las emisiones de más del
6%/año si iniciamos ahora (año 2014) una actuación global encaminada a evitar
un cambio climático de consecuencias muy negativas. Estas tasas crecientes del
requerimiento de reducción de emisiones complican de forma exponencial el
llegar a implementar el cambio necesario para evitar desencadenar un cambio
climático con impacto de grandes proporciones.
Pero lejos de iniciar esta transición, nuestros gobiernos e
industria van en dirección totalmente opuesta, apresurándose en expandir el usode combustibles fósiles (perforaciones en el ártico, desarrollo de combustibles
fósiles no convencionales,...).
Todavía es posible acometer la transición necesaria hacia
una economía libre de carbono, pero para ello es preciso que el sistema social
evolucione y madure rápidamente, pasando por un punto de inflexión respecto a
la actitud que ha mantenido hasta ahora, para tomar las riendas de su futuro
(aunque sea en el último instante), articulando los mecanismos de respuesta
rápida disponibles (Energía 3.0).
El protocolo de Kyoto (1997) ha sido hasta la fecha el único
intento a escala global de abordar esta grave problemática, y su carácter
descafeinado, la falta de medidas concretas y dirigidas a objetivos, y la
limitada participación a nivel internacional ha resultado totalmente ineficaz
para invertir la tendencia de unas emisiones crecientes con el tiempo. Este es
sin duda un fracaso personal de los políticos que han estado gestionando
nuestra sociedad durante estos últimos 22 años, pero en última instancia es un
fracaso de la sociedad para organizarse mediante gestores competentes.
Quedan ahora un par de años para la COP 21 (París, 12/2015)
en la que se pretende negociar un nuevo tratado climático que sustituya al
protocolo de Kyoto. Un par de años para que la sociedad tome conciencia de la gran
importancia del problema climático y coloque a gestores competentes en los
puestos de decisión/negociación. Dos años son realmente MUY poco tiempo para
implementar los cambios necesarios teniendo en cuenta las inercias de nuestro
sistema social y político. Así mismo, la ausencia de alternativas claras a las
generaciones de políticos incapaces que nos han gestionado a lo largo de estas últimas
décadas arroja poca esperanza sobre nuestra capacidad de materializar los
cambios necesarios.
Todavía está fresca la frustración e impotencia de la COP15 en
Copenhagen (año 2009), donde una importante articulación de la sociedad civil fue
incapaz de hacer que los representantes políticos trascendieran su incompetencia
crónica. Pero el sistema social (y por ende el sistema político) son sistemas
altamente NO lineales, por lo que siempre cabe la posibilidad de que se
articulen mecanismos de cambio rápido que permitan cristalizar una evolución y
maduración mucho más rápida que la tendencial, y por tanto sigue habiendo
espacio para la esperanza. Desde ya estamos asistiendo a iniciativas de las
sociedad civil buscando caminos para articular estos procesos de cambio (por
ejemplo esta campaña recientemente lanzada por Aavaz: ‘24 meses para salvar el mundo’.
El termómetro ya ha hecho todo lo que podía, aportando contribuciones
fundamentales para la identificación del problema del cambio climático. Pero
para resolver el problema es preciso que la sociedad humana adopte una posición
activa:
¿estaremos nosotros como sociedad civil a la altura del
desafío que el termómetro nos ha evidenciado?
Ciertamente, lo que no podremos es decir a las generaciones
futuras es que no lo sabíamos...
el cambio climatico es cosa del sol no de los seres humanos
ResponderEliminarLa sociedad civil debe estar sobretodo bien informada.
ResponderEliminar1) Los modelos del AR5 NO representan la evolución de temperatura global (T). No lo digo yo lo dice Von Storch, reputado investigador en climatología y padre de uno de esos modelos (ECHO-G), en una entrevista al Der Spiegel (www.spiegel.de/international/world/interview-hans-von-storch-on-problems-with-climate-change-models-a-906721.html). Dice muchas otras cosas que sugiero se lean con atención. Si no hay suficiente, se puede leer el artículo en Earth-Sciences Rev. (people.duke.edu/~ns2002/pdf/EARTH_1890.pdf), revista de gran calidad donde se puede apreciar "lo bien o mal" que funcionan los modelos de clima de AR5. Para acabar el propio AR5, en el Cap. 9, Eval. of Climate Models, pag 734. En el sumario se escribe (del inglés): "Hay una alta confianza en que los modelos reproducen los patrones ... del aumento de T sobre el periodo histórico incluyendo el rápido calentamiento... del siglo XX y los periodos de enfriamiento después de las erupciones volcánicas". Punto y seguido para decir inmediatamente: "La mayoría de las simulaciones del periodo histórico NO reprocuden la reducción observada de la tendencia de la T de los últimos 10-15 años." Pura contradicción. Que no reproduzcan bien el pasado, no debiera extrañarnos dadas las pocas medidas que se disponían, pero que no reproduzcan bien una parte del periodo inmediato presente (los satélites llevan 30-40 años operando) es cuando menos sospechoso. Lean las causas en la entrevista de Von Storch.
2) Lean los recientes artículos del 2013. Uno publicado en PNAS concluye que la AMO (Oscilación Atlántica Multidecadal, aprox. 70 años) explica la mayoría de episodios de enfriamiento y calentamiento, el 40% de la tendencia del calentamiento de la 2ª mitad del XX y hasta el 50% del periodo anterior. Este artículo fue criticado en SkepticalScience (blog de científicos para refutar las tesis de los escépticos) y respondido por los propios autores en el mismo blog. No podían ser muy duros ya que el artículo tenía el beneplácito de 3 reputados investigadores, uno Isaac Held miembro destacado del IPCC. Por último un artículo de investigadores del Joint Research Center donde la AMO epxlica el 50% del calentamiento del Med. Publicar esto hace unos años hubiera sido sinónimo de ostracismo y marginación para los investigadores.
Buscando el origen de este hiatus térmico se ha publicado un GRL donde se ve que las capas profundas del océano se han calentado. Eso significa que el calor se ha almacenado en el océano y que el calentamiento no se ha parado, pero como dice Von Storch ningún modelo ha sido capaz de representarlo por tanto lo que está en cuestión son lo modelos, no el calentamiento.
En definitiva lo que se expone en este post es una verdad a medias. Como investigador que ha buceado en el mundo de la simulación numérica, sé de qué hablo. Hasta que los modelos no sean capaces de reproducir el océano sus resultados son por decirlo suavemente especulativos. No hay que denostarlos pero tampoco sacralizarlos y elevarlos a categoría de verdad absoluta como han hecho demagógicamente muchos políticos, gestores y científicos. De ahí que las proyecciones futuras, de las que trata el post siguiente a este, deban ser altamente custionadas. Todos los meteorólogos saben que para hacer una buena predicción hay que tener un buen modelo y disponer de datos que permitan concocer con detalle el estado inicial. Los modelos de clima son relativamente buenos modelos pero no son capaces de acercarse a las condiciones inciales, base de la predicción futura y eso convierte un brindis al sol gran parte de lo escrito en un post anterior y el siguiente