Hace un par de días, una amiga de la sierra de Madrid que me hacía recién vuelto de una estancia en Oriente próximo, al verme me dijo: ' que, ¿ya te has hecho integrista?'
Y yo, medio en broma, medio en serio la respondí: 'que no, que no se dice integrista, se dice independentista!'
Nos reímos un buen rato de las dobles interpretaciones, pero hay un trasfondo triste, y es que incluso en esa España progre a la que pertenece mi amiga, hay mucha gente que todavía no ha entendido qué está pasando, ni ven con claridad el papel que su gobierno e instituciones están jugando. En parte porque la bazofia de prensa española les ha bombardeado con tantas memeces que han desconectado, sin darse cuenta que es precisamente así como les quieren los que dirigen España. Y en parte porque resulta más cómodo mirar para otro lado que asumir la parte de responsabilidad que les toca. Prefieren pensar que mejor centrarse en su aportación para contribuir a resolver los problemas del mundo, sin caer en el hecho que con ese sustrato que están legitimando con su desentendimiento no hay opción de hacer aportación global alguna.
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