martes, 12 de diciembre de 2017

Elevada EROI (baja embodied energy) y bajas emisiones en ciclo de vida de las Renovables

Nuevo artículo en 'Nature Energy' ('Understanding future emissions from low-carbon power systems by integration of life-cycle assessment and integrated energy modelling') cuantificando lo evidente: 

En un contexto de transición (que es el único en el que tiene sentido hacerse estas preguntas), la EROI (o TRE - tasa de retorno energético) de las principales renovables en la transición (solar y eólica) es muchísimo más elevada que la correspondiente a los combustibles fósiles, y las emisiones en el ciclo de vida muchísomo más bajas que las de los combustibles fósiles incluso con CCS (almacenamiento y captura de carbono - suponiendo que tuviera alguna viabilidad dela que carece totalmente ahora). 

Es más, en el escenario de transición que considera este estudio (alineado con 2ºC), la transición todavía no se ha completado en 2050: Al completar la transición las emisiones en ciclo de vida de las renovables se reducen a cero.

En estos dos links se puede acceder a resumenes del artículo con dos de los gráficos principales: comparativa de emisiones en ciclo de vida, y comparativa de porcentaje de embodied energy (inverso de EROI).

'Solar, wind and nuclear have ‘amazingly low’ carbon footprints, study finds'

'New study smashes myths about “embodied” energy in wind and solar'


lunes, 20 de noviembre de 2017

jueves, 26 de octubre de 2017

¿Demasiada dependencia para el camino hacia la independencia?

La montaña rusa de hoy (ahora declaración de independencia, a la media hora convocar elecciones autonómicas y al cabo de un rato volver a la declaración de independencia) no hace sino reforzar en mi mente las luces rojas que ya se encendieron el 10-O al suspender la fugaz declaración de independencia.

Exceso de protagonismo en Puigdemont, en respuesta a cuyas decisiones aparentemente inestables oscila de forma exagerada no solo la bolsa, sino sobre todo el ánimo y sentimiento de la población catalana. Demasiada dependencia de elementos ‘representativos’ para empezar a recorrer el camino ‘participativo’, dando la sensación de que en sus artimañas y estrategias de despacho intentan hacer bailar a su antojo ese embrión participativo que está naciendo en Cataluña.

Muchas voces dentro de las múltiples redes sociales que se han ido tejiendo y reforzando en Cataluña estos días, lo asocian a la genialidad estratégica del presidente Puigdemont y sus asesores, llamando a colocarse ‘peligrosamente’ a merced de sus oscilaciones con ‘confianza ciega’. Aunque yo no entiendo ni comparto esa estrategia, ojalá me equivoque y realmente sea genial, de tal forma que no se trunque un proceso que tanto creo que tiene por aportar a la evolución socio-política y a la generación de resiliencia y capacidad para afrontar los desafíos globales que ya tenemos encima, y no sólo en Cataluña, sino también en España, Europa y el resto del mundo.

Pero sin contenido, las formas de poco valen, y es precisamente en el contenido, en la esencia, donde se encienden las luces rojas al observar esta gran deriva ‘representativa’. Me entran dudas de si estos gobernantes han adquirido consciencia de su papel en la transición desde contextos socio-políticos ‘representativos’ a contextos ‘participativos’. Me cuesta entender que si tuvieran esta conciencia se les pudiera pasar por la cabeza jugar con la componente ‘participativa’ como moneda de cambio para estrategias ‘representativas’, pues así lo que están haciendo es cargarse el gran valor añadido que en mi opinión podía aportar el proceso catalán: La transición a contextos socio-políticos participativos.

El pueblo catalán sí que ha despertado a esta transición, y ha tenido una evolución muy ilusionante, especialmente a lo largo de estas últimas semanas y meses, creando pueblo con madurez y autorresponsabilidad para coger las riendas de su camino, colocando a los representantes políticos en el papel de facilitadores de la expresión ‘participativa’ en lugar de funcionar como ‘representantes’ con cheque en blanco entorno a los cuales orbita el total de la evolución socio-política entre elecciones y elecciones. Pero como en toda transición, los cambios de paradigma son muy sensibles al nivel de colaboración del status quo, y es precisamente en este sentido donde se requiere grandeza de visión en el actual gobierno catalán ‘representativo’ para facilitar la transición (ya sería la bomba si el gobierno español pudiera aportar también algo de grandeza, pero esto ya ha quedado descartado por incapacidad estructural desde hace mucho tiempo…). El hecho de que esta transición pueda truncarse bruscamente por un retorno a la deriva ‘representativa’, en la que se definen las soluciones en despachos donde el pueblo no está presente (excepto como moneda de cambio merced a su potencial participativo) y en la que todo pivota entrono a una o unas pocas personas, es lo que dispara las luces rojas.

¿De verdad tenía sentido estratégico plantear hoy el convocar elecciones autonómicas, sacrificando y haciendo tambalear la ilusión y el valor participativo, para retroceder un espacio abismal respecto al punto de partida de este proceso socio-político? Supongo que la respuesta está en ‘depende de lo que persiga tu estrategia’, pero fuera lo que fuera lo que perseguía esta estrategia, claramente no estaba vinculado a la componente ‘participativa’, sino a la ‘representativa’.

Si por acción de unos u otros se apaga la luz participativa que ha brillado en Cataluña estas últimas semanas, todos perderemos  y mucho, pues probablemente en ella reside la esencia de esos cambios estructurales que a día de hoy constituyen la única opción para que podamos afrontar y navegar con éxito los grandes desafíos globales que tenemos encima. Si observo alrededor (no ya en España, que desde luego no…), sino en Europa y el resto del mundo, no veo hoy en día destellos de ninguna luz que hable de algo parecido a estos cambios estructurales, sino más bien todo lo contrario: un reforzamiento de las estructuras que nos han traído hasta el borde del precipicio, entre las que se permite la expresión de voces minoritarias reivindicando problemas globales como involuntario componente legitimador del sistema. 


El cambio climático y las tensiones sociales y económicas que está trayendo asociadas son un claro ejemplo de estos desafíos globales que para navegarlos con éxito, tanto en su vertiente de mitigación como en la de adaptación, requieren que articulemos urgentemente profundos cambios estructurales que nos permitan tejer resiliencia (ver este post para una exposición breve en Castellano o este otro post para una exposición más amplia en ingles). Si no podemos ni reconocer los embriones de estos cambios cuando los tenemos delante, y los aplastamos antes de que puedan traspasar el umbral de la transición, reforzando así el vagón del status quo que nos ha traído hasta el borde del precipicio, pues…

Integrista no, se dice independentista

Hace un par de días, una amiga de la sierra de Madrid que me hacía recién vuelto de una estancia en Oriente próximo, al verme me dijo: ' que, ¿ya te has hecho integrista?'

Y yo, medio en broma, medio en serio la respondí: 'que no, que no se dice integrista, se dice independentista!'

Nos reímos un buen rato de las dobles interpretaciones, pero hay un trasfondo triste, y es que incluso en esa España progre a la que pertenece mi amiga, hay mucha gente que todavía no ha entendido qué está pasando, ni ven con claridad el papel que su gobierno e instituciones están jugando. En parte porque la bazofia de prensa española les ha bombardeado con tantas memeces que han desconectado, sin darse cuenta que es precisamente así como les quieren los que dirigen España. Y en parte porque resulta más cómodo mirar para otro lado que asumir la parte de responsabilidad que les toca. Prefieren pensar que mejor centrarse en su aportación para contribuir a resolver los problemas del mundo, sin caer en el hecho que con ese sustrato que están legitimando con su desentendimiento no hay opción de hacer aportación global alguna.

Banderas y banderitas

Nunca he sido de ‘banderas y banderitas’, presintiéndolas como barniz superficial para aislar la riqueza que se esconde debajo o para esconder y barnizar la mezquindad, con la capacidad de reducir el ser humano a peón manipulable por intereses rastreros.

PERO sintonizo tan poco o menos con la actitud de acogerse al tópico de las ‘banderas y banderitas’ para otorgarse la licencia de obviar prestar atención al trasfondo y a lo que ES en base a desprestigiar por axioma aquello que lo representa a nivel superficial. De hecho, esta actitud no es más que otra ‘bandera’ de las que se usan para escabullir responsabilidades.
Habrá muchos tipos distintos de sentimientos e intenciones bajo una bandera alzada, pero al menos dos de ellos se dibujan muy claramente en mi mente:

UNOS están asociados al orgullo por una identidad propia, a menudo ninguneada o despreciada por el entorno. Es una actitud reivindicativa y de coraje en clave positiva para  principalmente poner en valor el espacio propio, y en el proceso también dejar claro a ese entorno falto de empatía u hostil que no puede dictar el guion de la identidad ajena. Son colectivos que ni invaden ni pretenden ocupar espacios ajenos, sino que encauzan su energía al autodesarrollo del espacio propio, con las manos y el corazón abiertos a las otras identidades de alrededor con madurez para respetar y valorar su identidad. En estos colectivos, la ‘bandera’ no llega a echar raíces estructurales, pues es la riqueza propia la que realmente valoran, y la ‘bandera’ queda relegada a esa etapa reivindicativa para superar las barreras que impiden el libre fluir del valor propio, etapa en la que es preciso apoyarse en símbolos para condensar la expresión del todo que sujeta la bandera alzada. Superada esta etapa, la ‘bandera’ queda relegada a un plano muy posterior, totalmente eclipsada por el florecer de esa identidad propia con total respeto a las identidades ajenas libres, pues durante mucho tiempo aprendió en propia piel cual es el impacto de no respetar las identidades ajenas. Este colectivo cuenta con toda mi simpatía.

OTROS usan la ‘banderita’ para disfrazar sus carencias y mezquindad, optando por avasallar sin respeto alguno los espacios ajenos, para así saciar la sed de posesión y dominación que mantiene apagada la evidencia de su ausencia de valoración de identidad propia, cerrándose así a ell@s mismos cualquier opción de evolución y crecimiento. En clave negativa, y apoyándose en el despliegue de violencia por todas las dimensiones que son capaces, pretenden reavivar su autoestima (o algo parecido) y satisfacer su ego mediante la imposición de su ‘banderita’ a cualquier otra identidad cercana que quiera expresarse y evolucionar libremente. Proyectan fantasmas en su ‘banderita’ y se les nubla la vista con la exaltación de sus colores, haciendo del pisoteo del prójimo su único elemento de orgullo, aunque el mundo interior se les esté desmoronando por ausencia de identidad propia y corresponsabilidad en hacerla crecer en clave positiva. La ‘banderita’ tiene raíces muy profundas y costará que llegue a desaparecer, porque detrás no hay nada de valor que hayan sido capaces de construir y hacer evolucionar, y necesitan ocultarlo al entorno. Detrás de la mentalidad y forma de quehacer de este colectivo y sus ‘banderitas’ se esconde el origen de la mayoría de problemas globales a los que nos enfrentamos. Aunque este colectivo ha dominado nuestro pasado, deseo que los individuos tras sus filas vayan rápidamente rellenando el vacío que han dejado las raíces profundas de su ‘banderita’, evolucionando hacia colectivos libres con identidad propia y capacidad de arremangarse para colaborativamente con otros colectivos libres ir despejando ese alud de problemas globales que se nos viene encima.

No, no todas las ‘banderas y banderitas’ son lo mismo: Es un tópico para eludir responsabilidades. Si bajamos la ‘banderita’ de este tópico tras el que a menudo nos escondemos, probablemente entre un buen rayo de luz.

viernes, 13 de octubre de 2017

El capital social com a element diferencial del Procés català

El model sòcio-polític amb el que encara funcionem, inclòs totes les ‘democràcies’ representatives que ens envolten, està bàsicament caracteritzat per l’existència d’uns pocs ‘líders’ prenent les decisions en nom del poble però sovint sense tenir en consideració els seus interessos i opinions. En el millor dels casos, en les ‘democràcies’ representatives, el poble elegeix cada 4 o 5 anys als ‘líders’ que el representaran, sovint en processos electorals mes dominats per corporacions i dinàmiques de grups de poder que pel poble, i durant els 4 o 5 anys que segueixen aquests ‘líders’ es dediquen a ‘governar’ sense tenir en consideració ni la veu ni els interessos del poble, i sovint en contra dels interessos de la societat i pel benefici de de les minories que controlen les dinàmiques de poder. Fins i tot, els ‘líders’ deixen de complir les seves promeses electorals i amb total impunitat això es oblidat de cara a les noves eleccions on tornen a basar la seva reelecció en base a mentires comparables a les que van fer en el cicle anterior per tal de mantenir la falsa aparença de democràcia. Es a dir: la governança real es pràcticament nul·la.

I així ens ha anat, portant el Planeta i les seves societats al límit del col·lapse, i amb una manca esgarrifant tant de consciència sobre la situació com de visió de com navegar-la amb èxit. Ja tornarem a votar dintre de 4 anys...

El Procés català, i especialment al voltant del clímax que va assolir el dia 1.-O amb la organització i celebració d’un referèndum amb un nivell de participació estructural (no tan sols votar, sinó organitzar, protegir amb resistència pacífica i molt d’enginy i involucració a traves de les diferents capes socials)  molt mes enllà del vist a les democràcies representatives occidentals (i per tant amb una legitimitat que va molt mes enllà de la ‘legalitat’ i la d’altres votacions democràtiques), va mostrar un gran pas evolutiu cap a la democràcia participativa, on el poble pren la responsabilitat i lideratge per governar el timó del seu vaixell, i on els polítics passen a un segon pla per a desenvolupar un paper de servei social com a facilitadors de l’articulació del lideratge del poble. I es precisament aquesta evolució la que ens pot proporcionar la clau a canvis estructurals que ens permetin navegar amb èxit els grans reptes globals que tenim pel davant.

Tot i la gran importància d’aquest pas, encaminat a aconseguir una llibertat que es fonamental per obrir la porta a fer contribucions responsables tant a la societat catalana com a la resta del mon, no deixa de ser tan sols un primer pas. El camí es llarg i cal aprendre a caminar-lo. Per això es tant important reconèixer,  cuidar i facilitar el creixement i evolució d’aquest capital social que es va mostrar al mon el 1-O.

El 10-O, en base als resultats aclaparadors del referèndum del 1-O que mes que mai manifestava la opinió d’un poble, es va proclamar la independència al Parlament de Catalunya, però tot seguit el president Puigdemont va procedir a suspendre-la amb l’argument de facilitar una necessària mediació amb el govern espanyol.

El valor estratègic d’aquesta decisió es discutible. El meu parer personal es que no va ser adequada des d’un punt de vista estratègic, perquè les barreres i dinàmiques d’intolerància,  supèrbia, deixadesa, incompetència, i manca de responsabilitat social i empatia, tant del govern espanyol com de la UE, requerien una major inèrcia per a començar a obrir escletxes per on pogués entrar la llum, i la declaració de la independència en un context tant internacionalitzat (1000 periodistes al parlament) com el del 10-O podria haver aportat aquest impuls addicional. Tot i això, pot haver-hi mes elements sobre la taula del President i el Govern que fessin que a nivell estratègic aquesta hagués pogut ser una bona decisió… Potser mai ho sabrem, i potser ara ja no es tant rellevant.

Però el que per mi si que sembla molt important i clar es que des de un punt de vista sòcio-polític, aquesta decisió i la forma com es va comunicar no van ser adequades, doncs van minar el capital social que fins aquell moment havia legitimat el Procés i il·lusionat fins i tot mes enllà d‘aquesta terra .

Va ser molt gràfic l’enfonsament del nivell d’energia social i personal que es va percebre tant al Passeig Lluís Companys com suposo que a la resta de Catalunya quan es va passar de proclamar la independència a suspendre-la. Bàsicament es va fer, en un moment crític, un pas de gegant  enrere per tornar als contexts representatius orbitant al voltant d’un ‘líder’ des de l’incipient context participatiu que el poble de Catalunya estava construint.

No van trigar a disparar-se per les xarxes els missatges d’una sub-estructura d’estimuladors socials intentant recuperar aquest esperit perdut, intentant convèncer de la grandesa estratègica del President i el Govern, enlairant-los al cim de la genialitat política completament fora de l’abast del poble,  i fins i tot retraient de forma contundent a tots aquells que gosaven posar en dubte l’estrategia escollida pel President i el Govern. Es a dir, en essència retornant de ple el protagonisme als ‘líders’, que fins ara tant be havien actuat com a facilitadors, i llevant-li al poble: Tots els focus sobre els ‘líders’ que a partir d’ara es mourien en les arenes dels ‘compromisos’ polítics per assolir allò que ells saben que li convé al poble (no cal ni preguntar-li…). Segur que la intenció d’aquests estimuladors socials era bona, intentant recuperar els ànims clarament apagats, però el camí, retornant de ple al context representatiu, i perdent la riquesa, força i legitimitat que proporciona el capital social que per sobre de tot va caracteritzar el 1-O, no sembal que porti a bon port.

I jo ho trobo preocupant, perquè el gran valor transformador que emanava del 1-O, aquesta evolució cap a contextos participatius i responsables, sembla molt tendre, tant que podria desaparèixer en qualsevol moment. I tot i si s’aconseguís recuperar i mantenir aquest valor fins a arribar a la independència efectiva (força mes enllà de proclamar-la), aquest seguiria sense ser mes que el primer pas d’un llarg camí cap a la co-responsabilitat global, aturant-nos en la construcció d’una Catalunya que tot i  independent, tornaria a navegar en un context representatiu,  reproduint les mateixes mancances, limitacions i irresponsabilitats del veïns espanyols i europeus. Cal cuidar i alimentar aquest capital social naixent per a que segueixi madurant i creixent per aportar-nos a nosaltres i a la resta del Planeta tot el valor diferencial que pot proporcionar.

Jo tinc esperança, entre altres coses perquè aquell 1-O assegut al carrer amb un munt de gent  protegint un collegi electoral que estava fent el recompte, escoltava converses entre grups d’adolescents que havien estat allà tot el dia des de la nit anterior per proporcionar suport,  reconeixent l’essència d’aquesta situació i de la necessitat de destil·lar el valor diferencial que van sentir aquells dies per no tornar a caure en lo d’abans, en aquells contextos representatius que en el fons no ens representen ni motiven.


Ara som on som, i cal caminar cap endavant de forma decidida amb el que hi ha, sabedors de que  si s’aconsegueix recuperar, mantenir i alimentar mes enllà de l'independència  l’esperit del 1-O podem anar molt lluny i facilitar que altres facin també camí cap a la resolució dels desafiaments globals que tenim a sobre.  Mimem el nostre capital social i no perdem mai de vista que es el major valor d'aquest Procès i del camí que ens resta per recorrer com a societat.

jueves, 12 de octubre de 2017

Los derechos a decidir y autodeterminación como libertad fundamental

Creo que todavía hay una gran mayoría de la sociedad española (el grueso de los de tendencia política de derechas y centro, así como una parte significativa de l@s de izquierda e incluso de es@s que dicen que con ell@s de lo derechas e izquierdas ya les resbala) que todavía tienen dificultades para entender, respetar y empatizar con el sentimiento ‘separatista’ del pueblo catalán, y por tanto para entender y respetar lo que pasó el 1-O (y todo lo que hay detrás). Y aquí me refiero a elementos más estructurales que la manipulación extrema de la prensa española (que desde luego no ayuda para nada, pero no deja de ser un síntoma del estado de desarrollo social: Probablemente, igual que con los políticos también sea cierto en cierta medida para la prensa eso de que un pueblo tiene la que se merece…)
Así que voy a compartir una analogía que en ocasiones he usado para abrir una puerta que facilite conectar emocionalmente un poco más con el sentir de una buena parte del pueblo catalán detrás de lo que ha sucedido y está sucediendo estos días. Por supuesto, la analogía no es ni mucho menos completa, y hay muchas más dimensiones, pero lo fundamental es intentar abrir una ventana a la empatía.
Imagínate que formas parte de una pareja (podríamos hablar de matrimonio para hacerlo más tradicionalista y alineado con la actitud arcaica del gobierno español…) y eres víctima de maltrato. Tu pareja lleva tiempo infringiéndote violencia tanto física como psicológica.
Tus vecinos y familiares también llevan sobre sus espaldas responsabilidad de una buena parte de esa violencia, por continuamente y sistemáticamente despreciar tus sentimientos al respecto y pretender minimizar continuamente lo que TU estás experimentando y sintiendo (¿os reconocéis algunos españoles en este papel?), proporcionando por tanto la cobertura social para que esta situación de maltrato se mantenga en el tiempo.
Un buen día, y contra todos los elementos del contorno, dices que ‘basta es basta’ y ejerces tu derecho de libertad fundamental para decidir separarte. Seguramente, hasta le deseas al otro lo mejor en su camino, y que a lo largo de esta vida sea capaz de evolucionar y crecer. Probablemente, durante todos estos años pasados ya has intentado ayudarle a evolucionar a costa de sufrir esa violencia. Pero tú tienes tu propio camino a recorrer y nadie tiene derecho a arrebatarte tu libertad a decidir, ni a forzarte a permanecer bajo su yugo.
Pues resulta que viene tu pareja (y el resto de familia y amigos de esta) y te dicen que no, que tú no tienes derecho a decidir sobre tu libertad, que va contra la ley. Que esta decisión corresponde tomarla a todos, y como tú eres minoría y el resto opinan que tu obligación es quedarte al lado de tu pareja y aguantar (católicamente… o según el islam), pues que no te puedes separar, y por cierto… Ya basta de lloriquear!
Bueno, no está tan lejos en el tiempo dentro de la sociedad española que estas situaciones de maltrato eran aceptadas y consentidas socialmente tal y como describimos arriba. Hoy ya no tienen licencia social (al menos oficialmente no se las acepta), aunque a la vista de los casos de maltrato que siguen salpicando nuestra sociedad, probablemente el quiste/tumor todavía esté lejos de saneado. Por tanto, si esta es la situación en el caso de las parejas, que será cuando se trata de relaciones entre pueblos, que quedan más lejos del pellejo de cada cual por la impersonalidad de la que se tiñen, y requieren un desarrollo superior para darse cuenta que uno no solo consiente sino que forma parte de esa estructura de maltrato.
En ocasiones, al compartir esta analogía ha surgido el ‘pero’ de decir que no es lo mismo en el caso de un pueblo que de una pareja, pues en el caso de la pareja es un solo individuo, y el pueblo son muchos individuos y parte de ellos lo ven de forma distinta. Pero si piensas sobre ello, verás que no es tan distinto: Por un lado, la sociedad es un ‘animal’ más, cuyo criterio se rige por la mayoría de las opiniones de sus miembros. Por tanto, cuando un pueblo dice que quiere separarse es porque la mayoría de los individuos del mismo han tomado esta decisión. Y por otro lado, las personas están formadas por muchas células, y en el caso del miembro de una pareja que decide separarse hay muchas de estas células que son de otra ‘opinión’, como toda esa comunidad que canaliza el miedo y que le dice ‘mejor no hagas ruido que se pondrá peor’, o incluso esas células de la piel que todavía tienen gravado la atracción que algún día sintió por su pareja para decidir andar parte del camino juntos…
Ojala que esta puerta a la empatía y la experiencia que estamos viviendo estos días con el pueblo catalán te permitan crecer en tu sensibilidad hacia otros pueblos. Viene tiempos globalmente muy difíciles de navegar y sin grandes dosis de empatía y sensibilidad entre pueblos lo tenemos realmente muy negro para no hundirnos. No te engañes: si careces de empatía con tu pueblo vecino, no pretendas que la tienes o la vas a tener con pueblos más lejanos.   

domingo, 24 de septiembre de 2017

La gran brecha entre el atropello de derechos básicos y la evolución a contextos participativos

¿Cómo vamos a contribuir de forma efectiva a la resolución de los grandes desafíos globales si nuestro sistema socio-político todavía tolera y es cómplice de la represión de derechos fundamentales, sin a menudo ni tan solo entender la situación a pesar de llevar siglos conviviendo con ella? A veces se me antoja un salto en el vacío pensar que seremos capaces de evolucionar hasta poder dar alguna contribución positiva a las problemáticas globales… ¿Seguiremos siendo un lastre para el resto del Planeta?

Tal y como hemos ido documentando en entradas anteriores (‘contribuciones a una visión climática’, ‘a transition analysis for 1.5C’), articular una transición sostenible y compatible con la condición de contorno climática (limitando el calentamiento global a 1.5C) requiere implementar cambios estructurales, a nivel global, y en plazos de tiempo muy cortos. La evolución de los actuales contextos representativos a contextos participativos en las dimensiones socio-político-económicas es uno de los elementos principales para permitir desplegar estos cambios estructurales en los plazos de tiempo disponibles. La implementación de estos cambios estructurales a nivel global, teniendo en cuenta la situación de atropello de derechos fundamentales en otras partes del mundo, requeriría que nuestra sociedad estuviera ya muuuucho más avanzada por esta senda…

En este sentido es muy decepcionante contrastar el estado de desarrollo social de algunas de las instituciones Españolas, bien lejos de esa evolución hacia contextos participativos, donde se asumen y despliegan los niveles de solidaridad y responsabilidad requeridos no por medio de una representación distante e inefectiva, sino por medio de una participación profunda y directa. Pero esto, en la escala de evolución social está bastantes pasos más allá que el reconocimiento y respeto de libertades democráticas fundamentales como los derechos de opinión, expresión, reunión, manifestación, decisión, voto, autodeterminación…

La situación actual que estamos viviendo en Cataluña en 2017, con una represión y atropello de derechos básicos por parte de un gobierno Español con actitudes inquisidoras y profundamente anti-democráticas y subdesarrolladas, que parece no haber evolucionado desde la primera república Catalana en 1641 ni las dos últimas en el preludio de la guerra civil (1931 -1934) (ver artículo sobre las cuatro repúblicas Catalanas aquí), contrasta muy fuertemente con los requerimientos de cambios estructurales pivotando entrono a la evolución de contextos representativos a contextos participativos para tener alguna opción de abordar los problemas globales que han llevado nuestras sociedades a una situación límite. 

¿Qué margen hay para creer que podremos evolucionar hacia contextos participativos cuando el simple hecho de que la gente pueda manifestar su opinión votando desata toda la vileza represiva de esos que fueron elegidos para gobernar? A mí me suena más a un atrincheramiento del sistema representativo para poner todas las trabas posibles a una evolución hacia contextos participativos, no sea que se le desmonte el tenderete a unos cuantos… Pero creo que es la manifestación del sustrato democrático que realmente tenemos, limitado a un mero barniz democrático superficial, pero que por lo general no nos molestamos en analizar y cuestionar en profundidad, y tan solo cuando un rasguño por alguna refriega puntual deja asomar lo que hay por debajo de esas vestiduras de apariencias, nos enfrentamos a la realidad de lo poco que hemos recorrido en el camino de la evolución social. Es más, mientras la vileza del sustrato antidemocrático real de nuestro sistema socio-político tan solo afecte a unos pocos pero de forma distante, sin llegar a levantar ampollas que nos incomoden y nos hagan agitarnos en nuestro sofá del conformismo, preferimos mirar para otro lado.

Bueno, es la opción de cada cual. Pero también es responsabilidad de cada cual recorrer su camino de evolución personal y social. La situación en Cataluña en estas últimas semanas ha rasgado algunas vestiduras y nos ha permitido mirar puntualmente a los ojos del sustrato socio-político que tenemos y del que somos partícipes. Pero si como sociedad no estamos preparadas, lo olvidaremos rápidamente y volveremos a acomodarnos en el sofá de las apariencias democráticas, aunque durante un par de semanas seamos testigos de cómo se pisotean derechos democráticos básicos, siguiendo sin realizar ninguna contribución positiva a la resolución de los grandes desafíos globales. Los Catalanes parece que ya empiezan a estar preparados. Llevan viendo este sustrato desde hace mucho más tiempo, y ahora ya parecen decididas a liberarse de las cadenas que impiden empezar a andar por el camino de la evolución social. El camino por delante es largo, pero el primer paso es decidirse a andar. Y este proceso no va ni mucho menos en contra de la población Española, entre la cual hay muuucha gente que sintoniza y vibra de forma parecida en muchos aspectos, sino a favor. Va en el sentido de trascender al gobierno representativo que ha elegido la población española (y si, esto lleva asociado un voto representativo que indica un sustrato de responsabilidad y conformismo con este esquema, y que difieren significativamente de los que tiene Cataluña), y de tomar en las manos la responsabilidad de construir el camino que se quiere andar. Pero cada cual tiene su camino por recorrer, y más nos vale centrarnos en el nuestro propio en lugar de poner palos en las ruedas de los demás, pues globalmente todos nos beneficiamos de la evolución de cada parte. Para esa parte de España con deseo e intención de echar a andar, una Cataluña que también esté recorriendo camino será el mejor compañero de viaje.

Y no nos engañemos, por lo que respecta al talante cavernícola del gobierno español, el espectáculo retrógrado y subdesarrollado al que estamos asistiendo estas últimas semanas en Cataluña no es ni mucho menos la primera evidencia de su esencia. Nos ha proporcionado ya muchas otras opciones para despertar. A lo largo de las dos últimas legislaturas del PP y de la última del PSOE hemos asistido a una retahíla de despropósitos a cual mayor, tanto en destrucción y avasallamiento de derechos sociales y democráticos en España como en profundizar aún más en nuestra contribución a generar y perpetuar las problemáticas globales. Señales de retroceso en cualquier senda de maduración social desde luego no nos han faltado. Pero ninguna ha generado una movilización social que ni de lejos se acerque a la que se está viviendo ahora en Cataluña. Ojalá sea el principio de un ya demasiado lento despertar…

Otro aspecto que aflora a la superficie con la rasgadura de vestiduras ocasionada por la situación actual en Cataluña es la constatación de la existencia de una prensa manipuladora y tendenciosa que sistemáticamente barniza, distorsiona e incluso falsifica (en ocasiones de forma extremadamente ruin) la información para alinearla con los intereses de ese gobierno represor, lo cual añade leña al fuego de la evidencia de cómo de lejos estamos del estado de madurez social que requieren nuestros tiempos y desafíos.

Por otro lado, la respuesta cívica, no-violenta, participativa y comprometida de gran parte de la ciudadanía Catalana, con gente de todas las edades saliendo masivamente a la calle para reclamar y defender sus derechos, desbordando y anulando las actuaciones represivas de esas instituciones representativas que no dan la talla,  superando la apatía y desengaño que tantos años de corrupción de las instituciones representativas nos han dejado, proporciona un rayo de esperanza de la capacidad de evolución social hacia esos contextos participativos y corresponsables capaces de articular los cambios estructurales necesarios. Movilizaciones ciudadanas con 1.5 millones de personas en la calle como este 11 de septiembre en Barcelona (equivalente a casi el 100% de la población de la ciudad, si bien había gente de fuera de la ciudad) ciertamente abren un espacio de esperanza. Ojalá más allí del 1 de octubre el pueblo Catalán sea capaz de mantener este nivel de involucración y participación social para abordar las problemáticas globales como el Cambio Climático, ejerciendo de forma activa su solidaridad y corresponsabilidad participativa en la construcción de las soluciones globales que necesitamos.  Y ojalá el pueblo Español sea capaz de seguir la estela y echar a andar por la misma senda participativa de responsabilidad global. Pero, ¿cómo de cerca estamos de presenciar en Madrid una manifestación con un nivel de participación, con gente de toda España, cercano al equivalente al 100% de su población (3 millones de personas) por afrontar de forma corresponsable un problema global como el Cambio Climático?

Deshacerse de las ataduras que impiden crecer y madurar socialmente es sin duda un primer paso, pero de ninguna forma el final del camino: Los desafíos que enfrentamos como sociedad requieren ir mucho más allá. La situación límite de atropello de derechos básicos (acumulada a lo largo de mucho tiempo), con la guinda puesta por un gobierno Español tan incapaz como el actual, probablemente ha conseguido despertar a la sociedad Catalana para echar a andar por el camino de evolución social que requieren los tiempos actuales, pero la superación de las barreras absurdas y pertenecientes a los siglos pasado levantadas por este gobierno Español probablemente supondrán un desgaste social importante, cuando la parte larga y complicada del camino todavía está por delante.

Ahora, la componente de orgullo herido y hastío con la incompetencia y corrupción de gran parte de la clase política, mantiene encendida la llama de la movilización para recuperar esos derechos fundamentales que se sienten pisoteados. Pero el largo camino que queda por delante requiere afrontar la corresponsabilidad y solidaridad con el resto del Planeta, por una parte de la sociedad que ha contraído una deuda muy grande en la generación de los problemas globales actuales, y mantener la llama de la movilización encendida en estas condiciones es bastante más difícil y requiere de un elevado grado de madurez social. A lo largo de los últimos meses yo no he percibido en el tejido socio-político Catalán (ni por su puesto en el Español) una consolidación de este grado de madurez social. Quizás el despertar y agitación de estas últimas semanas antes del Referéndum del 1 de octubre de 2017 puedan proporcionar la inercia para echar a andar de forma decidida por esta senda de maduración social, pero por ahora, al menos a mí, no me resulta evidente, si bien es cierto que la predisposición ha mejorado mucho respecto al estado de apalancamiento crónico en el que llevamos tanto tiempo sumidos.

Ojalá los pueblos Catalán y el Español sean capaces de aprovechar la inercia de este impulso inicial para echar a navegar la senda de evolución social que nos permita afrontar los problemas globales de forma efectiva y con posibilidades de éxito. Y ojalá no sólo estos sino todos los pueblos del Planeta echen a andar por esta senda YA.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Renewable Energy deployment versus Fossil Fuel phase-out in the power sector: Where to focus?

In this link you can find the full report that I prepared for Greenpeace International in January 2017 about this subject.

Time availability for a climate consistent and sustainable transition limiting global warming to 1.5C is very short. A clear understanding of the dynamics at play is a must to focus social and policy resources.

One of the main dynamics is that of renewable (RES) deployment versus fossil fuel (FF) phase-out, and this report provides additional insight into these dynamics by performing different transition analyses in four countries representative of different transition stages: Spain, Denmark, China and India.

Often, more social focus and resources are allocated to FF phase-out, tough as this analysis shows RES deployment leads the dynamics and holds the key for a successful transition.

A novel filtered trending transition analysis is introduced to provide evidence about RES deployment leading FF phase-out. Different transition phases are illustrated, and the need for RES deployment rates significantly higher than the current ones is pointed out as the only means to navigate the initial and unstable transition phases and avoid a transition reversal.

FF overcapacity issues are analysed from a transition perspective to characterise the transition barrier associated to them. Both FF stranded assets analyses and RES curtailment analyses are applied to gain insight into the implications from FF overcapacity issues.

Many countries are already facing or will face FF overcapacity issues as they approach a transition pathway, and RES deployment rates significantly higher from current ones are required to overcome the transition barriers that FF overcapacity deploys.  Often wishful thinking approaches are found when addressing current FF overcapacity issues, but these ignore or underestimate the transition dynamics at play.

Successfully navigating FF overcapacity issues in a transition context would require RES deployment rates significantly higher than the current and  currently planned ones.

Certainly the main message for all these countries and regions that still did not build a significant FF-based power system is to leapfrog FF generation and directly step into RES-based power systems, since that is the only way to avoid all the energy and resources needed to overcome the huge transition barriers associated to FF overcapacity issues.

miércoles, 2 de agosto de 2017

A transition analysis for a 1.5C Climate Vision

Along the second half of 2016 I did, for Greenpeace International, a transition analysis to explore the feasibility and implications of a transition to align our socio-economic systems with the 1.5C climate boundary condition adopted in the Paris Agreement (COP21 - December 2015).

Under this link you can find a paper documenting the main elements of this transition analysis and discussing its main conclusions and insights.


The good news:

  • In spite of all the lack of effective transition action along the last decades, it is still feasible to articulate a transition that aligns our socio-economic systems with the climate boundary condition without resorting to 'false solutions', stabilising our climate at 1.5C and therefore avoiding higher impacts from climate change.
  • In order to do so we need to articulate structural changes that, beyond its positive climate change impact, lead us towards sustainable pathways and provide the so much needed resilience to navigate the future ahead.


The bad news:

  • The window of opportunity to articulate this transition will close very soon.
  • We are nowhere close to undertaking, and even discussing, the required structural changes that could enable the transition.


The evolution from representative to participatory contexts in all the dimensions of our socio-economic systems (energy, economy, policy, financing, conservancy, ...) is the cornerstone enabling most of the required structural changes. Now we are getting ready the tools to articulate this evolution. Will our vision and courage stand at the appropriate level of ambition, or will we miss the window for action and assist from our underdeveloped representative contexts how climate change unfolds and our systems crumble down?

martes, 1 de agosto de 2017

Contribuciones a una Visión Climática para limitar el calentamiento global a 1.5C


Note for English speakers: An extended English version of this post will follow.


1. El acuerdo de París y la condición de contorno climática

En el Acuerdo de París, negociado durante  la COP21 en diciembre de 2015 y con entrada en vigor en Noviembre del 2016, los gobiernos del Planeta han acordado ‘mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2C sobre los niveles preindustriales, esforzándose en limitar su aumento a 1.5C’.


Aunque todavía queda mucho por conocer de los impactos climáticos incrementales al pasar de estabilizar el calentamiento global en 1.5C a hacerlo en 2C, sabemos suficiente como para tener muy clara la importancia de conseguir quedarnos en 1.5C: incremento 50%  en duración de olas de calor; incremento de hasta el 100% en reducción disponibilidad de agua en la cuenca mediterránea; incremento 43% en incremento intensidad precipitaciones fuertes; incremento 25% en incremento nivel del mar en 2100; incremento 41% en degradación irreversible de corales; incrementos de hasta un 100% en la reducción de la productividad de cultivos como trigo y maíz en regiones tropicales;… (Climate Analitics, 2016)

Es más, entre 1.5C y 2C pueden superarse algunos puntos de no retorno de mecanismos de realimentación con el potencial de producir impactos climáticos mucho más allí de los aspectos incrementales (como una subida del mar de 7 m por el deshielo irreversible de Groenlandia en torno a 1.6C).

A pesar de esto, el Acuerdo de París queda indefinido por lo que respecta al objetivo de calentamiento específico, con la interpretación dominante de limitar el calentamiento a 1.5C con un 50% de probabilidad, lo cual suena un poco como jugar a la ruleta rusa al aceptar un 50% de probabilidad de fallo tratándose de nuestro Planeta (un banco condiciona la decisión sobre una inversión a tener un mínimo de un 90% de probabilidad de exceder las expectativas…), pero dejando vía libre a los especuladores, que como la IEA (Agencia Internacional dela Energía) prefieren interpretarlo como un objetivo de 2C con un 66% de probabilidad manteniéndose fieles a su estrategia de buscar la forma de quemar hasta la última gota de combustible fósil posible.

Otra carencia muy importante del Acuerdo de París es la ausencia de un marco objetivo de referencia para establecer la equidad en el reparto de los esfuerzos de mitigación, los derechos y obligaciones en términos de soporte financiero para la mitigación, y el reparto de responsabilidades por las pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático (incluyendo los costes de adaptación) entre los distintos países. Sin este marco es prácticamente imposible articular el tipo de transición necesaria en el tiempo disponible.

Incluso habiendo firmado el Acuerdo de París, los actuales compromisos de mitigación (NDC) de los gobiernos del mundo se quedan muy lejos de ese 1.5C, conduciendo en el mejor de los casos a un calentamiento global de 3.2C con un 66% de probabilidad en 2100 (UNEP, 2016).
Y es que realmente, la ausencia de acción climática significativa hasta la fecha tiene consecuencias muy importantes, conduciéndonos a una situación de gran urgencia: La condición de contorno climática se traduce en un presupuesto de carbono (la cantidad de CO2 que podemos emitir para mantenernos dentro de un límite de calentamiento global); Con las tasas de emisión actuales (entorno 40 GtCO2/a), el presupuesto de carbono disponible en Mayo de 2017 para limitar el calentamiento global en 1.5C con un 50% de probabilidad se agotaría en tan solo 8 años, que se reducirían a unos 4 años si aumentáramos la probabilidad hasta un 66%.
  
Las implicaciones de la condición de contorno climática son enormes. Por ejemplo, a nivel de las reservas conocidas de combustibles fósiles, ya en 2016 era necesario que el 85% se quedaran bajo tierra para alinearnos con la condición de contorno de 1.5C a 50% de probabilidad, e incluso por lo que respecta a las reservas ya desarrolladas el 60% de las mismas debería quedarse sin extraer (Muttitt, 2016). Esto nos da una clara idea de la gran cantidad de activos varados incluso si hoy mismo se detuviera cualquier nueva inversión en combustibles fósiles: Aquellos que especularon con el bien común van a perder gran parte de sus inversiones, y como sociedad tendremos que manejar esta situación para que no siga siendo una barrera para la transición.


2. Transición para 1.5C: Viabilidad e implicaciones 


La transición necesaria para alinear nuestro sistema socio-económico con la condición de contorno climática requiere cambios estructurales profundos, especialmente en el actual contexto de urgencia.
Esto hace que las herramientas que habitualmente usamos para esbozar las posibles vías de evolución (IAM[1] y EEM[2]), mayoritariamente basadas en supuestos de evolución tendencial y algoritmos de minimización de costes (sin externalidades), e incapaces de capturar el efecto de los cambios estructurales, inunden las mesas de toma de decisiones con escenarios de evolución que presentan una fuerte dependencia de ‘falsas soluciones’ como la captura y almacenamiento de CO2 (CCS) o en general la geoingeniería, condicionando fuertemente la evolución que tomemos con el gran sesgo de no haber puesto encima de la mesa todas las opciones posibles.

Las denominamos ‘falsas soluciones’ porque:

  • ·       No están actualmente disponibles, hipotecando nuestro futuro a un condicional cuando hay otras opciones reales ya disponibles, y convirtiendo en letales las estrategias especulativas del estilo de ‘vamos a quemar la última gota de combustibles fósiles posible’, siempre amparadas por algoritmos de minimización de costes que se dejan fuera múltiples externalidades como la del coste del error en la previsión de la disponibilidad de estas ‘falsas soluciones’. Si tenemos la opción de dejar de quemar combustibles fósiles mañana, ¿Qué sentido tiene en el contexto de urgencia actual trazar una senda que prolongue 40 o 50 años su uso en base a una falsa minimización de costes? Realmente va a resultar muy difícil de explicar a la próxima generación que tendrá que afrontar los costes reales… La relajación en las opciones de mitigación reales en base a la hipotética disponibilidad futura de ‘falsas soluciones’, ante un error sobre la previsión de dicha disponibilidad o de su especulada eficacia, nos va a dejar colgados en un Planeta con un calentamiento significativamente más elevado, pues lo que podíamos haber evitado emitir ya lo emitimos.


  • ·        Pueden tener impactos ‘secundarios’ comparables al problema que pretenden resolver, y nuestra capacidad como sociedad para enderezar estos desaguisados planetarios es extremadamente limitada. Baste considerar que el cambio climático en sí es la primera experiencia de geoingeniería a escala planetaria en la que nos hemos embarcado (inyección masiva de GHG - Gases de Efecto Invernadero) en la atmósfera - y desde que en 1992 la comunidad internacional empezó a intentar resolverlo (creación de la UNFCCC), todavía hoy 25 años después no lo ha conseguido, conduciéndonos a una situación de urgencia extrema. Lo último que necesitamos son otros fuegos de urgencia en paralelo.


  • ·        En general, tanto por su dependencia a ciegas en la tecnología eximiéndonos de los cambios estructurales necesarios y alimentando la idea de que podemos seguir casi igual como hasta ahora, como por sus potenciales impactos ‘secundarios’, como por las repercusiones de un error en la previsión de su disponibilidad o eficacia, las ‘falsas soluciones’ reducen la resiliencia de los sistemas socio-económico-político-ambientales. Y si hay algo que realmente vamos a necesitar para navegar el futuro sea cual sea el calentamiento al que estabilicemos el Planeta (incluso con 1.5C los impactos son importantes y considerablemente superiores hasta lo que se había creído hasta hace poco), es resiliencia. Por tanto, las sendas de transición que articulemos deben ir enfocadas a reforzar la resiliencia y no a debilitarla.


Por tanto, es necesario explorar y documentar las otras alternativas de transición para añadirlas encima de las mesas de toma de decisiones y facilitar que nos alineemos cuanto antes en materializar una senda de transición adecuada.

Con este objetivo, a finales del 2016 realizamos para Greenpeace International (GPI) un análisis de transición para desarrollar una Visión Climática alineada con 1.5C (1.5C CV) (García-Casals X., 2016). Este análisis sigue por ahora siendo un documento interno de discusión de GPI, y por tanto lo que aquí exponemos no refleja necesariamente la opinión de GPI sino tan solo la del autor.
En primer lugar es preciso dar respuesta a la cuestión de si todavía es posible articular una transición que nos alinee con los 1.5C sin depender de ‘falsas soluciones’ cuando ponemos sobre la mesa todos los elementos disponibles para construir esta transición. La respuesta a esta cuestión no está clara y la pregunta ha pillado tanto a la sociedad civil como a las instituciones fuera de juego, en un impase en el que la mayoría de la evidencia documental proporcionada por los modelos climáticos apunta a que la respuesta es ‘no’, generando parálisis incluso entre el movimiento ecologista, con los distintos actores temerosos de dar un paso adelante y con fuerte inercia a despojarse de sus posiciones del pasado a pesar de que estas hayan quedado fuera de contexto, y con gobiernos e instituciones muy dispuestos a ‘pasar página’ y acelerar cuesta debajo de la mano de ‘falsas soluciones’, escudándose en la urgencia del momento para eludir responsabilidades y evitar echar una mirada consistente al futuro aprendiendo del pasado.

Incluso si la respuesta fuera ‘no’, necesitaríamos un análisis crítico de porqué se nos cerró la ventana de oportunidad cuando apenas hace 10 años era mucho más fácil articular la transición necesaria, para que esta auto-crítica nos permitiera crecer y evitar repetir exactamente los mismos errores en el proceso de planificación de la senda a seguir a partir de ahora. Repetir estos errores en el futuro sería incluso más crítico por el impacto tan negativo que tendría sobre la resiliencia de nuestros sistemas justo en el momento en que más la necesitaríamos para poder navegar el futuro con sus asociados impactos del cambio climático.

Si la respuesta fuera ‘si’, es necesario detenerse a analizar los requerimientos e implicaciones de este proceso de transición, porque evidentemente lo que no va a ser es fácil, por lo que no tenemos ninguna opción de encarrilarnos por la senda adecuada si carecemos de una clara consciencia y visión de hacia dónde y cómo tenemos que ir: hacer ‘cualquier cosa’, aunque suene como lo que habría que haber hecho hace 10-15 años, ya no vale, porque el reloj climático no se detuvo con nuestra inacción y le quedan ya pocos ‘tic-tac’ por delante. Y sobre todo hay que evitar que escudándose en la parálisis, urgencia y falta de información sobre la mesa, se eluda una vez más la responsabilidad de poder aprovechar la ventana de oportunidad que todavía tenemos para actuar, pues como comentábamos antes en apenas 4-8 años esta ventana ya habrá desaparecido del todo.

Los resultados del 1.5C CV apuntan a que la respuesta es ‘si’: Todavía podemos articular una transición global que nos alinee con la condición de contorno climática de 1.5C. Pero para ello es necesario realizar un planteamiento integral poniendo en juego de forma coordinada todas las teclas disponibles. En 1.5C CV se apuntan tres teclas principales a considerar: mitigación de CO2, emisiones naturales negativas (NNE) y cuñas del presupuesto de carbono (CBW). Quedaron ya atrás los tiempos en que tan solo una mitigación adecuada dentro del sector energético podía alinearnos con la condición de contorno climática: Ahora necesitamos una mitigación extrema en todos los sectores, apoyada por NNE y CBW a fin de mantener opciones de materializar la transición requerida. La buena noticia, es que los cambios estructurales y actuaciones necesarias para materializar esta transición, son de por sí aportaciones positivas a la sostenibilidad de nuestra evolución más allí de su efecto sobre el cambio climático.

El análisis de transición desarrollado en 1.5C CV busca superar las limitaciones de los modelos actuales basados en la minimización de costes, para dar una respuesta directa a qué transiciones son posibles teniendo en cuenta el efecto de cambios estructurales, proporcionando una visión de cuáles son sus requerimientos e implicaciones sectoriales, y todo ello con una metodología ágil que permita explorar el impacto de las transiciones sectoriales en la transición global. Para ello construye la transición global a partir de unos 70 componentes de transición sectorial, evaluando para cada uno de ellos la máxima tasa de transición que podríamos llegar a materializar. Partiendo de estas máximas tasas de transición construye 4 trayectorias de transición (A,B,C y D) que pretenden abarcar el rango de todas las opciones de materialización real de la transición, al mismo tiempo que obtener una medida de las implicaciones de retrasar o hacer más gradual la transición. Los parámetros para determinar estas 4 trayectorias de transición son el año de inicio de la transición (en 2017 o en 2020), y el cómo se despliega la máxima tasa de transición (instantáneamente o linealmente a lo largo de 10 años).

Los potenciales de despliegue de eficiencia e inteligencia para elaborar el 1.5C CV se han extraído del estudio E3.0 (García-Casals, 2011), pues éste constituye un detallado análisis sectorial de abajo a arriba que a diferencia de los análisis tendenciales habitualmente usados permite exprimir y afinar la estimación de los potenciales reales de eficiencia e inteligencia incorporando el efecto de cambios estructurales.

La Figure 1 muestra la evolución de las emisiones acumuladas en el conjunto del sector energético para las 4 transiciones desarrolladas en 1.5C CV, comparadas con las emisiones BAU y las emisiones del escenario Advanced Energy Revolution (ER+) de (DLR, 2015). Como podemos apreciar, el potencial de mejora respecto a escenarios alineados con los 2C a 66% como el ER+ es significativo, pero para materializarlo en su plenitud sería preciso iniciar YA la transición con su máxima tasa de cambio (transición-A), pues los retrasos y gradualidad en el despliegue de la máxima tasa de transición (transición-D) nos conducen a unas emisiones acumuladas del mismo orden que el ER+, lo cual es una medida directa del impacto de haber retrasado la transición efectiva hasta ahora (el ER+ es un escenario que iniciaba la transición en el 2012).




Figure 1: Evolución de las emisiones acumuladas a lo largo de las 4 transiciones del 1.5C CV comparadas con el BAU y con el escenario Advanced Energy Revolution (ER+). (García-Casals X., 2016)


La Figure 2 nos muestra los resultados finales del análisis de la transición global para el caso de la transición-D (la más lenta de las 4 trayectorias de transición consideradas). Hay varios elementos interesantes de observar en esta figura:

  • ·        Las emisiones positivas después de aplicar todo el potencial de la mitigación de CO2 en el caso de la transición-D (primera columna por la izquierda) son considerablemente superiores al presupuesto de carbono para 1.5C a 50% de probabilidad (segunda barra roja empezando por la derecha), por lo que la mitigación multisectorial de CO2 no es capaz por si sola de alinearnos con la condición de contorno climática en el caso de la transición-D.


  • ·        Al añadir el efecto de las NNE, las emisiones netas resultantes (tercera columna por la izquierda) ya quedan por debajo del presupuesto de carbono para 1.5C a 50% de probabilidad, aunque exceden el presupuesto de carbono para 1.5C a 66% de probabilidad.


  • ·        Si además consideramos el efecto de los CBW (mitigación de GHG distintos al CO2), vemos cómo las emisiones netas (tercera columna por la izquierda) quedan por debajo de los tres presupuestos de carbono presentados (tres columnas derechas) una vez corregidos por los CBW (total de columna roja + columna naranja + columna violeta).


Sin embargo, dadas las incertidumbres asociadas tanto a las NNE como a los CBW deberíamos en la medida de lo posible evitar depender fundamentalmente de estas herramientas en la transición, reservándolas como colchones de seguridad para aumentar la probabilidad de éxito en la estabilización climática, pero haciendo pivotar la esencia de la transición en desplegar una mitigación de CO2 tan agresiva como seamos capaces.



Figure 2: Emisiones acumuladas, NNE, emisiones netas y presupuestos de carbono modulados por los CBW para la transición-D. (García-Casals X., 2016)


Un elemento interesante de comentar son los requerimientos sobre el despliegue de renovables en el sector eléctrico para materializar las transiciones consideradas en 1.5C CV. Para ello nos parece adecuado describir este despliegue de renovables en términos per cápita a nivel global, pues comunica de forma directa los requerimientos de implicación individuales de la población en el proceso de transición. Las tasas de despliegue de renovables a nivel global han ido creciendo de forma continua a lo largo de los últimos años, hasta alcanzar valores del orden de 20 W/p-a. En aquellos países donde se ha potenciado el despliegue de las renovables se han llegado a alcanzar tasas pico del orden de los 180 W/p-a, aunque no se han mantenido más de un año. Pues bien, para materializar las transiciones de 1.5C CV sería preciso alcanzar tasas pico de despliegue de renovables del orden de 300 W/p-a, pudiendo incluso llegar a ser más elevadas en las transiciones más rápidas (A & B) si se quiere evitar adicionales inversiones varadas de combustibles fósiles en las primeras etapas de la transición. Estos elevados picos en las tasas de despliegue de renovables requeridas son una de las consecuencias del retraso en emprender una transición efectiva hasta ahora y de la necesidad actual de acometer en paralelo la transición en distintas partes del sector energético (electrificación de la demanda y descarbonización de la generación). Con todo, esos 300 W/p-a no parecen tan lejos de los 180 W/p-a ya demostrados, sobre todo teniendo en cuenta que hasta ahora no ha existido en ninguna parte del mundo un planteamiento y contexto de despliegue de renovables consistente con una transición real impulsada desde la sociedad. Sin embargo, la articulación de estas tasas de despliegue de renovables a nivel global requiere cambios estructurales afectando a la gobernanza e involucración social en el proceso de transición. Las instituciones y corporaciones no serán las que lideren esta senda de transición ni su financiación. La articulación de mecanismos de financiación social será fundamental para desatar todo el potencial de cambio disponible. 

La materialización de estos potenciales de transición que conducen a un ‘si podemos’ requiere articular cambios estructurales afectando al sistema energético, económico y político, proporcionando gobernanza a los mismos y agregando de forma justa e inteligente la aportación de toda la población. Un elemento fundamental para permitir la entrada en escena de estos cambios estructurales son las consideraciones de reparto justo/equitativo de las contribuciones a la transición. Actualmente hay 4 regiones del mundo (OECD Norte América, OECD Europa, Europar del Este-Eurasia y OECD Asia-Oceanía) que ya han excedido con creces su porción justa del presupuesto global de carbono disponible, mientras las otras 6 regiones (África, India, Latinoamérica, Oriente Medio, China y el resto de Asia) todavía no. Sin embargo, si las 6 regiones que todavía no han utilizado su porción justa del presupuesto de carbono la usan sin más, las emisiones acumuladas resultantes desde 2016 serán más del doble del presupuesto de carbono disponible para 1.5C a 50%, por lo que resulta imprescindible articular mecanismos efectivos de compensación desde las regiones del mundo que ya han excedido su parte justa hacia las que no lo han hecho. Y a día de hoy brilla por su ausencia el avance en esta dirección (el borrador original de propuesta de Acuerdo de París incluía estas consideraciones, pero los ‘lideres’ políticos las eliminaron en la versión finalmente firmada), tanto a nivel institucional como de la sociedad civil. Ya va siendo hora de mirar directamente a los problemas y arremangarse para generar soluciones, ¿no?


3. Referencias

Muttitt G.,  The Sky’s Limit, Oil Change International, 9/2016
Climate Analytics, Briefing Note on “Differential climate impacts for policy relevant limits to global warming: The case of 1.5°C and 2°C”, 1/2016

UNEP, The Emissions Gap Report 2016, 11/2016

García-Casals X., ‘1.5C Climate Vision analysis’, Greenpeace International (documento trabajo interno), 11/2016

García-Casals X., ‘Energía 3.0’, Greenpeace España, 2011

DLR, Energy [r]evolution, Greenpeace, GWEC, Solar Power Europe, 9/2015



[1] Integrated Assessment Models
[2] Energy-Economy Models
[3] Gases de efecto invernadero